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la belleza de la mujer es el tema central en El rapto de la diosa

Por Deborah Antón

Parece cierto que todo está inventado ya, que incontables poetas han hablado de los grandes temas de la vida antes que nosotros, y han conformado así lo que conocemos como tópicos. La descripción de la belleza de la mujer, convertido en tema central en El rapto de la diosa, es uno de ellos. A decir verdad, el hecho de que estos temas se hayan constituido en tópicos no significa que no podamos rescatarlos; sin embargo, sería conveniente dotarlos con cualidades palpables, actuales, reales. De lo contrario, nos arriesgamos a no transmitir sentimentalidad alguna, a no ahondar en nuestro universo poético, a producir extrañeza al lector.

El rapto de la diosa ofrece justamente lo que anuncia: poesía lírica, ligera, enamorada. La obra está compuesta por distintas partes: “Exordio”, “El despertar de la diosa”, “Sensualidad”, “El rapto”, “El silencio” y “Final”. Cada una de ellas va acompañada por un texto en prosa que contextualiza o glosa cada apartado. La mujer, como en la poesía amorosa del siglo de Oro, aparece idealizada y divinizada, indiferente ante las querellas del poeta. De este modo, tanto la organización de la obra como el contenido poético son de inspiración petrarquista.

La obra está escrita con la intención de crear y recrear la belleza pero, dentro del género de la poesía lírica amorosa, debemos decir que aporta pocas novedades, que resulta un tanto anacrónica, que sentimos que el poeta se dirige a la nada, a un maniquí. Su mayor originalidad reside en escribir una obra así en pleno siglo XXI. Quizás todavía haya lectores que sepan apreciar justamente eso.

Como último apunte, no me cansaré de decirlo: por favor, presten atención a las erratas.

 

 

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