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El Estado contra la ciudadanía

Por José Luis Sola Marín

Para empezar diré que es un libro que me ha sorprendido desde el principio hasta el final, no sólo por su amena y rápida lectura, sino también por todos los detalles -objetivos-, con situaciones y sucesos concretos y documentados. El hecho de que el libro estuviera tanto en catalán como en castellano -sin leer la contraportada- me llevó a pensar que trataría de uno de los temas más controvertidos a día de hoy por los medios de comunicación, un tema que se añade y se quita en la agenda política de forma continua como el nacionalismo y que nuevamente ha salido en los medios debido a la consulta independentista planteada por Artur Mas

Pero no, el libro no trata del nacionalismo catalán (alguien aprovecharía para indicar, secesionista), sino más bien, trata del nacionalismo madrileño, ¿cómo una ciudad sin historia ha podido acaparar todo el control? Me disculpo de antemano por si alguien se siente ofendido cuando hablo de una ciudad sin historia, pero es que cuando Madrid empezó a ser una villa, los árabes ya llevaban siglos deiletándose con las vistas de la Alhambra de Granada, los romanos se habían bañado en las Burgas de Ourense mil setecientos años antes y tampoco ha tenido el carácter cosmopolita que tuvo Toledo y en la que convivieron las tres religiones monoteístas más importantes (católicos, judíos y musulmanes).

Un hecho que me llamó fuertemente la atención es cuando habla de que de los diez organismos públicos de investigación y experimentación del Estado español, sólo uno, el Instituto de Astrofísica de Canarias, tiene su sede fuera de Madrid, pero lo más sorprendente es que el autor prosigue indicando que también se encuentra en Madrid el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo, a quinientos kilómetros de cualquier astillero […]; o por último, el Instituto Nacional de Oceanografía […] donde parte de los científicos realizan investigaciones sobre estudios oceanográficos y pesqueros en la plataforma continental, la pesca de túnidos, etc.. Y pregunto ¿qué pinta este tipo de institutos en Madrid?, este es uno de los motivos por los que los presupuestos están tan inflados y el resto de ciudadanos hemos de sufrir por las ineficientes decisiones de los políticos y los cargos públicos. Supongo que el estar en Madrid es porque los atunes se crían en el Manzanares o el Jarama o que en verdad Madrid es una isla, metafóricamente hablando, y lo que hay alrededor no existe, con lo que sólo hay mares y océanos.

Madrid no sólo ha copado los diez organismos públicos de investigación, también ha copado la banca, sin necesidad de hablar de Caja Madrid o Bankia (que han estafado a un número importante de pequeños ahorradores), ha impuesto un modelo de estado burocrático en lo que todo tiene que pasar por Madrid y ha establecido un sistema económico cuyo centro de poder está en Madrid. La mayor parte de los bancos como el BBVA (a pesar de tener origen vasco), o el BMN -Banca Mare Nostrum: Caja Murcia, Caja Granada y Sa Nostra- tienen su sede en la capital.

Quisiera finalizar esta breve reseña aludiendo al hecho de que el nacionalismo español (identificado con Madrid, y como ejemplo tenemos la celebración de los Juegos Olímpicos) es igual de excluyente que el nacionalismo periférico, es posible el entendimiento de las regiones y nacionalidades (tal y como lo explica la Constitución) que componen lo que conocemos como España, la solidaridad no es sólo el dinero ni los fondos de compensación interterritorial, aquí, desde mi punto de vista, subyace un problema de igualdad, porque si un bastetano o un ilicitano desea ir al Museo Arqueológico Nacional no lo puede ver en las mismas condiciones que un madrileño, ni en tiempo, ni en dinero, pero este hecho es extensible al resto de museos y de algunas Administraciones públicas.

Madrid es una isla, es una obra de Óscar Pazos, que compagina su actividad de geólogo con la investigación histórica.

 

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