Por Vanessa Díez.
Mujeres con arrojo hasta las últimas consecuencias. Mártires, más que heroínas, pues no quedaba más espacio que para la desesperación de acatar las consecuencias de unas decisiones tomadas por hombres, en las que no cabía discusión. Ellas ante la imposibilidad de cambiar la injusticia que la estrategia política las traía, al menos les quedaba el espacio privado de la pena y el dolor ante la barbarie de la lucha. Educadas en el placer, no en el pecado como sus vecinas, pero sometidas de igual forma, se las instruía en el arte de saber ofrecer a sus maridos el desahogo para su cuerpo como lo hacía su creencia para el espíritu. No importaba si musulmanas o cristinas, todas debían permanecer en un segundo plano ante el juego masculino de la eterna lucha de egos por establecer y perpetuar el poder. No en vano era el silencio la virtud más valorada en ellas. Se suceden así matrimonios concertados que engendraban lazos de sangre, aunque en años venideros la lucha en bandos opuestos fuera irremediable. Un hijo varón era lo que debían ofrecer, el resto no estaba en sus manos. Ellas sólo eran un instrumento, aunque tuvieran a alguien clemente a su lado.
El clamor de la batalla en la defensa del credo y el honor se debate eternamente. Los descendientes de las distintas estirpes se ven abocados a continuar con lo que sus predecesores comenzaron y no pueden desalentar los ánimos que sus gentes tienen puestos en ellos. Las intrigas y las traiciones se suceden según la conveniencia de cada bando, ya sean reyes, emires o rebeldes.
Banu Qasi. La guerra de Al-ándalus es la segunda entrega de la saga de Carlos Auresanz que tras el éxito de la primera con más de 20.000 ejemplares vendidos llega a las estanterías para dar calor junto al fuego en este invierno. No os asuste su extensión, que aunque pudiera parecer desmesurada en una primera apreciación, ya que son 700 páginas, la forma en que se estructuran sus capítulos de forma poco extensa y cambiándonos de tiempo y lugar continuamente aportan dinamismo. Una obra que nos deja ver las contradicciones de una tierra que edificada sobre la sangre de distintos linajes sigue cayendo en las mismas desavenencias sin querer ver su pasado.