Por Vanessa Díez.
La imagen que la gente más conoce de su trabajo es Madre Migrante, su mayor clásico. Una mujer que no mira a cámara que no enfrenta al espectador, dirige su mirada al infinito, algún lugar perdido fuera de campo. Se hunde en su amargura. Sus hijos se refugian en ella, ocultando sus rostros a su cobijo materno.Nos ofrece una dura imagen de la realidad, la miseria en carne viva. No nos oculta el sufrimiento ni la pobreza de los modelos circunstanciales que tuvieron que optar por la pose que estableció la fotógrafa. En el resto que les hizo mostraba más.
Todos en mayor o menor medida en el momento de ejecutar una obra estructuramos unas directrices y Dorothea Lange no fue distinta. Cuenta a lo largo de su carrera parte de sus experiencias. El caso de Florence Owens Thompson fue una de ellas. Parece que entre lo que la artista recordaba y lo que el hijo de Florence contaba hay diferencias, pero que más da. Consiguió una imagen con mucha fuerza, los detalles ya no importan, nunca sabremos que contó la madre desesperada a la fotógrafa y cuál fue la razón por la que dejó que se acercara para hacerles una fotografía. Puede que fuese al no percibir que pudiera hacerles daño al ser una mujer o al darse cuenta que cojeaba de una pierna, sufrió la polio de pequeña, pudiera creer que era alguien que entendía sobre el sufrimiento. Parece que Lange nunca supo el nombre de aquella mujer que la convirtió en una fotógrafa reconocida, ya que gracias a esa imagen muchos la recuerdan. Aquella humilde mujer ha pasado a la historia sin proponérselo.
Prefiero Mother and children (Coca-Cola baby bottle), puede que sea la formación publicitaria que me delata y me corrompe. Ver el reciclaje del objeto de consumo como algo útil más allá de la corta vida que tiene establecida es algo loable, pero más que eso es la tristeza que me transmite. En la anterior los tres modelos no nos implicaban en su desdicha como ahora hacen en esta. Nos miran los tres directamente, nos hacen partícipes. Además somos testigos de algunos detalles de su vida como su transporte y su ropa. Nos muestran la miseria sin artificios. La realidad no se maquilla, aunque posen.
La Gran Depresión convirtió a Lange en fotógrafa real. La obligó a salir a la calle y ser testigo de lo que sucedía más allá de la seguridad de su estudio en el que estaba a cubierto. Así su cámara estuvo parte de su vida al servicio de los campesinos pobres que se veían obligados a recorrer el país en busca de un trabajo que les permitiera mantener a sus familias. Dejándonos impactantes postales para el recuerdo.
Las enfermedades no le impidieron desarrollarse como artista, aunque a lo largo de su vida su salud fue débil. Sus imágenes son referentes de los años treinta y cuarenta en EE.UU, unos 25.ooo negativos que documentaron una época. Fue una de las fotoperiodistas documentales más destacadas e influyentes de su tiempo. Se autodescribió como fotógrafa purista, defensora de la fotografía directa, objetiva y sin pasar por ningún tipo de manipulación. Murió de cáncer en 1965.