Por Vanessa Díez.
Fernando de Rojas escribió a finales del siglo XV la historia de una alcahueta que con enredos consigue la unión de dos amantes, queriendo sacar beneficio, aunque todo termina de forma caótica con la muerte de los implicados. Ayer tuvimos La Celestina en el Gran Teatro de Elche con la actriz Gemma Cuervo representando a aquella puta vieja cosedora de virgos, como repetían en la obra, vuelve a los escenarios tras nueve años de televisión, la recordaréis de Aquí no hay quien viva y La que se avecina, demostrando que todavía puede desarrollar su trabajo a sus setenta y cinco años. La acompañaron, entre otros, Alejandro Arestegui (Calisto) y Olalla Escribano (Melibea). La obra se estrenó en Clásicos en Alcalá con lleno absoluto, ayer el teatro tampoco estaba vacío aunque hubiese mercadillo navideño y frío en la calle. Su público la acompañó y le rindió ovación al terminar la obra.
Mariano de Paco Serrano es el director del montaje y Eduardo Galán adaptó al teatro la obra. Versión sintetizada para dejar la obra en poco más de dos horas y en la que se han sustituido algunos arcaísmos por palabras comprensibles para el espectador. Un montaje sencillo y móvil fue a parte de algún atrezzo que servía tanto de cama como de mesa lo único que nos aportó la forma de imaginarnos los ambientes y los espacios, por otra parte muy bien resuelto.
Eduardo Galán ha buscado el dinamismo de la acción, el ritmo de los conflictos, la rapidez del paso del tiempo, para reflejar la idea central de la obra: el carpe diem, la brevedad de la vida, la necesidad –como dice Celestina a Melibea- de disfrutar de la juventud antes de que la vejez arruine la belleza.
Quien me sorprendió gratamente fue Olalla Escribano, actriz catalana que recordaréis de la serie Lalola, que se formó en el teatro y ayer con su voz y su buen hacer le dio fuerza a Melibea.