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Por Vanessa Díez.

La escritora que acaba de sacar al mercado su último libro El contenido del silencio publicó el domingo a través del muro de su página de facebook que dejará de escribir por culpa de la piratería. Según afirma: dado que he comprobado hoy que se han descargado más copias ilegales de mi novela que copias han sido compradas, anuncio oficialmente que no voy a volver a publicar libros en una temporada muy larga. No al menos hasta que esta situación se regule de alguna manera. A mí no me apetece pasarme tres años trabajando como una negra para esto. Si quiero regalar novelas, haré copias para mis amigos en plan Sebastian Venable. Los comentarios en la red social no se hicieron esperar 225 comentarios entre defensores y detractores, además de ser 19 veces compartido. En twitter no tuvieron ninguna consideración con ella y utilizaron frases, algunas ingeniosas, para hablar del tema. Después los medios se hicieron eco de la noticia, abc fue uno de los primeros.

Es cierto que existen muchos vacíos legales en el tema de los derechos de autor y que nunca se tendrá claro hasta que punto uno estará protegido si se acoge a ellos. Además cuando empresas de tanto prestigio como la SGAE están siendo investigadas ¿qué se puede llegar a pensar?, si el mundo de la música que mueve grandes sumas, como el caso de Lady Gaga que fue la que más ganó en 2011 con 90 millones de dólares, se mueve por arenas movedizas y si los compositores están teniendo problemas ¿qué harán el resto de sectores con menos glamour?. El tema de las descargas no está regulado, pero debería, ya sea para producto musical o literario. ¿qué pasará con el sector editorial?. Estamos hablando de una novelista que se retira por un tiempo por el desfase que sufre el salto del libro en papel al digital. Es arriesgarse o quedarse atrás. Si el libro electrónico es el futuro hay que ver la forma de tener descargas seguras  sin que se pueda piratear el producto con un formato viable, debe existir. Mientras más se tarde desde nuestro país en adaptarse más se adelantarán el resto de competidores del sector, siendo receptores en vez de productores.

Lucía ante la efusiva respuesta, la red social es lo que tiene, reflexionó en su muro sobre su situación que se deriva de la que atraviesa la cultura en este país. No me mantienen ni mis padres ni un marido ni un ex marido, y por lo tanto tengo que trabajar para vivir. Porque mantengo mi casa y a mi hija […] La cultura nunca ha sido gratuita, nunca. Por mucho que algún inculto se empeñe en afirmar lo contrario. Y nunca había sido tan democrática como hasta ahora, puesto que solo en el siglo veinte todos los estamentos sociales han podido tener acceso al arte que, hasta el XIX, estaba reservado a una élite que podía pagar por él. Pero en nombre, supuestamente, de la democracia, se está asesinando la cultura, afirma. Es cierto que la cultura a lo largo de la historia siempre ha dependido de un mecenas, un encargo o una herencia en caso de que el artista no necesitase trabajar en otra cosa para comer. Han sido muchos los artistas no burgueses que han tenido un sinfín de trabajos alimenticios, ya lo veíamos en Trabajos forzados. Los otros oficios de los escritores de Daria Galateria, no siendo una opción en muchos casos dedicarse únicamente a su arte. Todo ha sido más fácil cuando ha habido dinero para comer y se han podido concentrar en su obra.

Lucía ha pasado una etapa en la que sí podía vivir de la literatura. Pero parece que ha llegado a su fin: Es tan simple como que no me puedo poner a escribir otra novela porque tengo que comer para vivir y, si bien mi situación no es desesperada, ni mucho menos, tampoco es que pueda vivir del aire, ni que pueda seguir así el resto de mi vida. Empieza a ser hora de que me busque un trabajo. Y sí, podría sacrificarme mucho, trabajar en otras cosas y escribir dos horas cada noche, pero sí he tenido una hija ha sido precisamente para estar con ella, y también quiero estar con mi familia y con mis amigos. No quiero llegar a casa derrengada y ponerme a escribir a partir de las ocho. Lo hice con veinticinco años. Entonces me sobraba energía y no tenía una hija. Ahora no me siento capaz de repetir el esquema. Siempre pensé que no se podía vivir sólo de la literatura que había que enlazar otros trabajos anexos. La vida es elegir las opciones que tenemos a nuestro alcance, puede que para ella en este momento sea necesario poner distancia. Si regresa en unos años se habrá oxigenado del sistema, nunca se crea igual por placer y acompañado de las musas que bajo los resortes de un plazo de tiempo que sobre un contrato se debe cumplir. El sistema falla, ¿quién nos dará una solución?.

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