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Por Vanessa Díez.

 

Sabrina quería ser una adolescente normal que va al instituto y avanza en su relación con Harvey, pero no todo era tan fácil, pues su otra vida también requería tiempo. Mantener el equilibrio entre estudiar matemáticas y dedicar tiempo a sacar el carnet de magia era un trabajo a tiempo completo. Caía en cada capítulo en los atajos a los que muchas veces recurrimos para llegar antes al objetivo, lo cual sólo le traía más problemas. Al final, acababa por reconocer sus errores ante sus tías, entre tanto nos divertía con conjuros fallidos y viajes en escoba-aspiradora. Sus dos tías Hilda y Zelda Spellman, la divertida y la estricta, mientras una educaba, la otra se dedicaba a ser tan niña como su sobrina y querer disfrutar de la vida. La serie está basada en los cómics Sabrina, the Teenage Witch.

Sabrina, cosas de brujas  fue la serie que la catapultó con Salem, aquel gato negro que hablaba dejando caer sus comentarios ácidos, y un armario para las toallas que era una puerta para viajar a un mundo mágico (la otra esfera). Antes la vimos en Clarissa lo explica todo en la que su personaje confesó en un capítulo que veía Blossom. Siempre la recordaremos como Sabrina.

El pasado 17 de abril cumplió 36 años, tiene dos hijos de su relación con el músico Mark Wilkerson. Es triste, pero todavía las mujeres están bajo la dura mirada de esta sociedad que las obliga a estar perfectas y si son actrices más. Tras su segundo embarazo Melissa tuvo un problema de sobrepeso, podéis ilustraros en infinidad de blogs masculinos donde se dedican a poner alguna foto de ella comparándola con su época de Sabrina. La mujer sigue siendo sólo un objeto de deseo. Ella se puso a dieta e hizo ejercicio y para demostrarle a América que seguía estupenda participó en el programa Dancing with the stars. En 2010 se estrenó su nueva serie, Melissa & Joey.

Ahora Kieran Maguire, su ex-representante, la ha demandado por incumplimiento de contrato. A mediados de marzo de este año, Maguire dice que Melissa le despidió sin previo aviso. Como si un conjuro se le hubiera vuelto en contra en pleno Halloween, siempre lo puede convertir en rata.


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