Por Vanessa Díez.
Una ciudad de 200.000 habitantes no suele ser noticia en los medios, pero cuando lo es se espera que sea por algo loable. Ayer Elche fue noticia y no fue motivo de orgullo. Los principales medios nacionales se hicieron eco del cambio de ubicación del legado del poeta, fruto de las incompatibilidades entre los actuales habitantes del poder local y la familia. Triste pero cierto.
El año hernandiano dio vida a la ciudad. Trajo a grandes de la literatura como Rosa Regás o Luis Antonio de Villena. Incluso Serrat comenzó aquí su gira Hijo de la luz y de la sombra. La actividad cultural fue frenética e involucró tanto a gentes de la ciudad como de fuera, fue un gran reclamo.
250 cajas con más de 5.000 documentos (cartas, manuscritos, libros y algunas pinturas) irán ahora a una caja fuerte hasta que la justicia decida, ya que presentarán una demanda contra el Ayuntamiento de Elche por incumplimiento de contrato y por daños morales por parte de algunos ediles. La lenta justicia decidirá, como siempre quien sabe si tan sólo colocará polvo sobre las cajas a la espera de una resolución. La misma justicia que tras el paso de casi setenta años mantiene al poeta como culpable. Se niegan a revisar la sentencia del Consejo de Guerra que condenó a muerte al poeta Miguel Hernández, por el delito de adhesión a la rebelión. Sostienen que la sentencia ha perdido vigencia jurídica. Ni la ley de memoria histórica pudo salvar su memoria.
Elche hasta ahora había estado vinculada al poeta, conservando en depósito todo su legado o construyendo un nuevo Centro de Investigación y Documentación Miguel Hernández, en el edificio de la Orden III de San José. Además su nombre está presente en una de sus calles con un monumento con su imagen, en la universidad, un colegio público, un centro social y una calle dedicada a su viuda. Ahora se ha ido parte del poeta, quien sabe si su obra volverá algún día a estar entre nosotros.