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Por Vanessa Díez.

El primer trabajo que descubrí de ella fue Autorretrato en mi sexto aniversario de boda en el que la observamos medio desnuda y en una pose ante el espejo que las mujeres suelen utilizar para admirar su próxima maternidad con dulzura, ya que acoge su vientre entre sus brazos a su cobijo. Me pareció un tema renovador en su época, ya que la mujer sólo pintaba temas de la intimidad del hogar y aquello era dar un paso más hacia los temas clásicos como el desnudo femenino pero con un toque femenino real, una perspectiva no contemplada con anterioridad, sólo una mujer puede pintar sobre la maternidad, sobre su espera, sobre el dolor de su ausencia o sobre su placer. En el caso de Paula es el ansia por alcanzarla lo que la mueve como en Frida, aunque al fin le costase la vida.

Fue pionera de la corriente expresionista germana, se empezó a manifestar a partir de 1905 con la actividad del grupo Die Brücke o El Puente en Dresde, dos años antes de su muerte (1907). Ella, presentada al escultor Rodin a través de un escueto billete mencionando su condición de esposa del famoso pintor Otto Modersohn, fue prácticamente ignorada por el escultor francés, no es de extrañar pues el mismo se había acabado alejando de su ayudante y amante Camille Claudel, dejando que su genio escultórico se perdiera en una institución mental.

Fue una de las introductoras de motivos primitivos en el arte alemán de inicios del siglo XX, como Gauguin que según la historiadora del arte Christa Murken Altrogge, Paula Modersohn-Becker fue la primera artista alemana que percibió el talento revolucionario de este pintor. Recordando el autorretrato anterior podemos ver la desnudez de sus senos, el collar de bolas y el tipo de falda que nos muestra nos recuerda a los signos que identifican a las tribus indígenas como pintó él.

Afirman que en su pintura se mezcla el impresionismo de Cézanne o Gauguin, el cubismo de Picasso, el fauvismo, el arte japonés y el renacimiento alemán. Aunque murió a los treinta y un años realizó setecientos cincuenta lienzos, trece estampas y cerca de un millar de dibujos. La fuerza expresiva de su obra transgredió los límites del arte en la sociedad que la rodeaba, siendo incomprendida, por ello encontró en París su camino. Estuvo antologada por los nazis en la secuencia de exposiciones Arte Degenerado, como en la precedente a la de Munich en 1937, sin existir un cambio hacia ella por la postvanguardia.

En el décimo aniversario de su muerte se publicó Un artista: Paula Becker-Modersohn – Cartas y Diario, un extracto de sus cartas y su diario. El museo Paula Modersohn-Becker está en Bremen desde 1927, donde se expone una selección de las mejores obras de la artista, que se pudo ampliar a partir de 1978 por la contribución de la Fundación Paula Modersohn-Becker.

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