UA101349465-1

Por Sandro Maciá

La vida es aburrida si siempre haces lo que todo el mundo espera de ti. ¿Debemos siempre poner buena cara, sonreír, asentir, ver, callar y oir? Esto… ¡no! Ni de broma. Se acabó la pasividad, llega el momento de comernos el mes de septiembre. Llega la hora de no seguir al rebaño y callar a todas esas bocas que nos martirizan con historias deprimentes que no tienen otra justificación que la de servir de pretexto para mitigar el dolor del síndrome post-vacacional.

Nosotros –y os animo a ello- tenemos que cambiar el chip, hemos de “move our minds” y llevar la contraria. Por eso, olvidémonos del habitual y radical rechazo a todo lo veraniego que se hace al llegar estas fechas para –me imagino- hacer menos dolorosa la vuelta a la rutina. Improvisemos, dejémonos de convencionalismos y agarremos el toro por los cuernos, algo que no nos costará si lo hacemos al ritmo de las canciones de Tasteless Peace (La Castanya, 2012), el disco de debut de Beach Beach -¡toma título de veraneo!-.

Apoyándose en estructuras de tipo indie, a medio camino entre lo surfero y lo rockero, estos cuatro músicos mallorquines nos traen nueve temas que, además de abrirles el camino y las puertas para entrar a tocar a las principales salas de conciertos y festivales del país –estuvieron presentes en el San Miguel Primavera Sound-, nos harán oler a mar, a playa y a fiesta, aunque estemos en la oficina, en casa o en la Conchinchina.

La guitarrera Worries es el corte escogido para abrir este disco, un cd que ya les consolida como un grupo que aspira a bastante más que a editar una inmensa colección de Eps y que, en composiciones como la nombrada, nos recuerda a los inicios de bandas de culto como Ramones o, aunque de refilón, a alguno de los primeros singles de The Strokes.

Junto a este despliegue de estribillos pegadizos, encontramos otras canciones que también merecen su par de líneas. Por un lado, la “saltarina” Tasteless –atención a los giros de la voz y al ritmo de estilo “rollercoaster”-; por otro, Cards, en la que las palabras se van arrastrando con una sutil dejadez que contrasta con la elaborada mezcla de guitarras que se retuercen a lo bestia entre estrofa y estrofa.

Más ejemplos del estilo que derrocha este cuarteto serían la breve Trembling –donde se cumple ese refrán de “lo bueno, si breve, dos veces bueno”- y Desired, magistralmente colocada al final a modo de cierre del disco y de anuncio y augurio de que los nuevos trabajos de la banda seguirán saciando nuestras ganas de más.

Con su música, los Beach Beach harán que nos entren ganas de coger la tabla y arrancarnos a saltar sobre las olas. Sin embargo, como dentro de un despacho es bastante complicado, lo mejor será cerrar la puerta, pegarnos un par de bailes y abrirla nuevamente como si nada hubiera pasado. Con esto y poco más, septiembre dejará de ser tan gris como muchos nos hicieron creer.

 

Share This