Por Rubén J. Olivares Puertas
Disecado es una novela experimental, en la que la escritura y la narrativa rompen con la normalidad que la novela acostumbra a seguir. En esta obra no se trata tanto de narrar una historia, como de experimentar, de jugar con las mutaciones y trastocar el orden que esperamos cuando se lee una novela. Todo ello está en constante cambio, incluso el lenguaje. El juego al que nos invita Bellatin es a adentrarnos en un mundo en el que nada es real ni permanente, pues los saltos en el tiempo, la transmutación de los personajes y lo bizarro de éstos se suceden vertiginosamente en ambas historias – Disecado, que da título a la obra y El pasante de notario Murasaki Shikibu – enrevesando en algunos momentos la propia historia hasta tal nivel, que el propio autor ha considerado necesario incluir las ideas más importantes de cada historia al final de cada una, a modo de síntesis/guía de lectura.
El primer relato con el que se inicia esta novela y que da nombre a la misma, Disecado, es una curiosa autobiografía en la que Bellatin reconoce a su propio “yo” anciano contemplándole desde el borde de la cama, motivo que sirve de excusa para iniciar un recorrido por todo tipo de imágenes, sucesos y extraños personajes que el anciano Bellatin ha ido conociendo a lo largo de su existencia para culminar en una menos curiosa disolución de este narrador tras el fin de su relato. Por otro lado, El pasante de notario Murasaki Shikibu es la historia de una escritora judía contemporánea que se ve transmutada inicialmente en una escritora del Japón medieval, y que acaba dando vida a un extraño Gólem para poner fin a la visita de un inquietante personaje que perturba su paz ante su insistencia de alimentar a su perro, para acabar siendo un pasante de notario.
Esta novela es el retrato de un mundo enfermo que parece guardar ciertos paralelismos con la sociedad contemporánea, en el que la realidad acaba superando a la ficción, en la que parecen existir personajes más extraños e incomprensibles que aquellos que desfilan por la mente de Bellatin. Tengo la impresión de que Bellatin juega en esta novela a crear incertidumbre y sorpresa con aquello que parece no haber dicho más que con lo que dice. Arriesgada y valiente postura, pues pocos entenderán el motivo de este juego y el deseo de decir más con lo que se calla que con lo que se dice. Es este inconformismo, sin embargo, lo que le otorga originalidad y anima a acercarse a la obra de Bellatin, aunque nos repare ciertas sorpresas.