Por Vanessa Díez.
Unos días antes de morir dijo: “Cuando piensas en toda esa gente que conocimos y ha muerto en esa ofensiva, tienes el sentimiento de que estar vivo es algo desleal «. Una muerte prematura y traumática. Una mujer aplastada bajo un carro de combate. Huía del avance de las tropas franquistas en un coche con soldados heridos. Un ataque de la aviación hizo que un tanque republicano les golpeara haciéndola caer al suelo. Las cadenas pasaron sobre ella. La llevaron a un hospital en El Escorial donde murió en la madrugada del 26 de julio. Se fue unos días antes de cumplir 27 años. Fue la primera fotógrafa de guerra y la primera en morir en ella. Fotografió a las mujeres, ya fuera en la contienda o en la retaguardia con sus hijos. Gerta Pohorylle era judía, de familia acomodada, recibió una buena educación, siempre fue de izquierdas y estuvo en contra del régimen nacionalsocialista en Alemania. Se exilió en París, estuvo en contacto con medios intelectuales de izquierdas, empezó a trabajar para una agencia de fotografía como editora, y conoció al húngaro Endre Friedman (Capa).
Capa y Taro compartieron trabajo y vida en París y España. El conflicto de la Guerra Civil española les haría pasar a la historia. Aunque la sombra del olvido se posó sobre ella para no ser recuperada hasta los años 90, diferenciando su obra de la de él. Con sus fotografías sobre milicianas cambió el rol de la mujer que toma las armas para defender la causa en la que cree sin esperar en casa a que regrese su hombre de la guerra. Su fotografía fue más intimista y cercana, de sentimientos, mostró el dolor de una población masacrada por la barbarie. «Todo en ella es política. Su vida, su comportamiento, sus fotos. Política en el sentido más amplio y más justo, que es sentirse concernido por su tiempo. De vivirse como sujeto y no sólo como objeto. Sujeto de la Historia y sujeto de su propia historia» (François Maspero).
Irme Schaber, investigadora alemana que recuperó su nombre y su obra afirmó: “su figura es un ejemplo visible de cómo la historia de las mujeres se ha visto generalmente desdibujada y ocultada, hasta el punto de que los tres motivos fundamentales por los que Taro fue tomada en consideración eran: haber vivido y trabajado con un hombre famoso, ser atractiva y la tragedia de su muerte”. Hablaban de ella como una osada y bella mujer, ensombrecieron su trabajo, ya que fue la primera fotógrafa de guerra presente en primera línea. La enterraron en tierras francesas como una republicana de honor, pero el tiempo la dejó en el olvido. En 2007 celebraron el 70º aniversario de su muerte con una exposición en el Internacional Center of Photography (ICP) de Nueva York. Unas ochenta fotografías, muchas de ellas inéditas, una de las mayores que se le ha dedicado. La diferenciación entre sus imágenes y las de Capa es un gran avance, muchas seguían sin autoría o como si fueran de él, ya que al principio de la contienda firmaban ambos como “Capa», después como «Capa & Taro», pero al final ella firmó como «Taro». La identificación hará posible que se conozca la totalidad de su obra y puedan estudiarla en profundidad. En 2010 fue el centenario de su nacimiento. El último reportaje que envió a la revista «Regards» fue de la toma de la villa de Brunete por las tropas republicanas en Julio de 1937.