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Por Sandro Maciá.

Dicen que al Papa hay que jurarle respeto, y al Rey obediencia; que no debes tratar de igual modo a alguien mayor que tú, que debes hablarle siempre de “usted”; que la sabiduría y la experiencia son un grado que debemos tener en cuenta, que “nuestros mayores” son la memoria viva de lo que fue nuestro país… Palabras y palabras, estas frases, para mí, no son más que palabras que, dichas en un momento u otro pueden ser tan sensatas como absurdas.

Veamos, no es que yo esté en contra de todo esto del respeto por los que vivieron antes de mí o por los que están –con o sin mérito- por encima, sino que lo que me revienta soberanamente es que la gente se guíe por estas convenciones protocolarias sin pararse a valorar que, muchas veces, hay “mayores” tan sinvergüenzas que no se merecen ni ser tratados -sea de “usted” o de “tú”-, que hay reyes que no han sabido más que fastidiar y hacer las cosas mal o que ha habido Papas para darles de comer aparte. ¿Merecen ellos, entonces, este trato de respeto? ¿Son merecedores de ese estatus intocable?

Seamos claros, ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos -y esto ha sido así ahora, fue así siglos atrás y será así en los años futuros-. Por eso mismo hoy me he rebelado contra el mundo y he decidido no hablar sobre lo que inicialmente tenía pensado: el nuevo disco de Love of Lesbian, La Noche Eterna. Los Días no Vividos (Warner Music, 2012). Pero, ¡ojo!, no es que menosprecie a este grupo -del que soy más que fan-, sino que creo que es más justo apostar esta vez por una banda que no merece ser menos sólo porque, por ejemplo, un sello discográfico internacional no haya decidido -aún- apostar por ellos.

Dicho esto, que comience el redoble de tambores para recibir -desde Tarragona y con una autoproducción que muchos grandes quisieran- a Hexed Crows, una banda que publicó hace escasos dos meses su segundo Ep, Six Fingers (Autoeditado, 2012), un trabajo que a priori puede parecer que no aporta nada nuevo. Pero sólo a priori, pues degustando cada una de sus canciones con el detenimiento que requieren, podemos decir que estamos ante unos músicos que han sabido aprovechar al máximo sus recursos, presentando unas canciones muy bien estructuradas, con ese encanto del “hand-made” que conjuga a la perfección con unas guitarras distorsionadas que arropan a unas voces y coros que irrumpen al más puro estilo “cave”, haciéndonos recordar a grandes del rock, o -y esto es algo personal- a unos Smiths menos perfectos que los originales, pero más expresivos.

Aún así, dejando de lado al señor Morrisey y los suyos, la mejor manera de entender todo lo que digo es escuchando cortes como Quick Sand, tema escogido para encabezar la tracklist del Ep, o como Warning All the Danger, mi favorito hasta ahora por su fuerza contenida hasta los últimos segundos, momento en el que todo explota en un “Big-Bang” salvaje y ruidoso.

Con Hexed Crows llegan nuevos aires al panorama musical más alternativo, ese panorama que está formado por los grupos que de verdad aman la música y que no tienen reparos en dar a conocer sus creaciones de la forma que sea, con o sin el apoyo de la industria, pero con un talento más que palpable que, no dudo, hará que no pocos profesionales del sector se peleen por quedarse con estos chicos. Hasta entonces, pueden -y deben- presumir de sus dos Eps y andar con la cabeza bien alta.

 

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