Por Vanessa Díez.
También la lluvia, Mataharis, Hay motivo, Te doy mis ojos, Flores de otro mundo, Hola ¿Estás sola? Son algunas de sus películas. Llegó al cine por casualidad, de adolescente, y desde entonces se ha labrado una trayectoria como actriz y directora con un cine personal y sin artificios. Una mirada lúcida, lejos de estereotipos y a menudo enfocada al universo femenino. Pareja desde hace años del guionista escocés Paul Laverty (escritor de las mejores películas de Ken Loach), al que conoció durante el rodaje de la película Tierra y libertad, dirigida por el realizador británico, es madre de tres hijos. Bollaín lamenta, el poco cariño que hay en España hacia la gente del cine. «Se valora a los escritores, a los pintores, a los músicos pero algunos medios de comunicación han difundido una imagen de los creadores de cine como chupópteros».
Es una genuina representante de la llamada generación X. Esos jóvenes que ahora llegan a la cuarentena y, teóricamente, han tenido a su alcance oportunidades, libertad, diversiones, albedrío y preparación, pero también ignorancia alrededor de sí mismos. Iciar Bollaín se ha “criado” como adulta en los conciertos de Los Ronaldos, pues Coque Malla era de su peña, y aprendiendo cine de los maestros que ella califica con cariño “los barbudos”: Erice, Felipe Vega, Gutiérrez Aragón…
Iciar Bollaín, con el filme «También la lluvia», abrió la 55 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). Javier Angulo, director de la Seminci, afirmó: «Uno de los grandes valores y méritos de este festival ha sido siempre su apuesta por los jóvenes talentos, como demuestra la participación de Iciar Bollaín, aunque fuera de concurso, quien hace quince años presentó en Valladolid su primera película (‘Hola, ¿estás sola?’)». Además ‘También la lluvia’ fue candidata del cine español al Oscar. Las cosas no han cambiado tanto del siglo XV al XXI. Icíar Bollaín hizo una película de crítica social comparando la actualidad con el pasado. La historia, escrita por Paul Laverty, guionista habitual de Ken Loach desde 1996, y responsable de guiones como El viento que agitaba la cebada, Un mundo libre o Buscando a Eric. Ambos buscaban la oportunidad de trabajar juntos. Este proyecto pasó a ser algo personal, cumplieron un sueño.
Su última apuesta ha sido “Katmandú, un espejo en el cielo”. Ficción basada en el libro ‘Una maestra en Katmandú‘, el relato de Vicki Subirana, una maestra catalana que escribió sobre su experiencia en la capital India. Laila, es una mujer de fuerte carácter e independiente, que quiere realizar un proyecto para educar a los que no tienen nada, para ello deberá luchar como una fiera, pues el camino no está trazado. Descubrió a Verónica Echegui, fue elegida como protagonista por su talento, pero además habla inglés, eran puntos a su favor pues la película fue grabada en ese idioma y parte en nepalí, aunque nos llega doblada al español. A todos los problemas de grabar en exteriores se sumaba que fuera en un país extranjero donde se complica el tema de los permisos para rodajes y las diferencias de costumbres. Siendo necesaria como ella misma afirma una “enorme adaptación cultural”. “La mayor parte de nuestro equipo está compuesto por mujeres y a los nepalís les produjo un enorme choque vernos tener el control. Hubo respeto aunque rompimos muchos moldes”, afirmó la directora.
Bollaín buscaba desde hacía tiempo para realizar una película unir tres factores: la situación de extrema pobreza en la que vive parte de la población, el problema del acceso a la educación y el de los derechos de la mujer. “Me pareció que Nepal reunía estas tres condiciones”. La mujer tiene un papel secundario y sumiso en una sociedad patriarcal con unas crudas condiciones de vida. “Espero que ‘Katmandú’ sirva para reflexionar y pensar”, afirmó.”Tomos sabemos el valor que tiene la educación pero allí se constata la necesidad, porque la educación es un motor de cambio social”. Es la historia de una mujer contada por otra mujer, sólo nos falta llegar a los olores de los bajos fondos, pues las sensaciones están a flor de piel, desde la impotencia de la protagonista ante los obstáculos, hasta los cambios que se van produciendo a su alrededor sin que ella pueda evitar que la gente entre y salga de su vida tras haberla cambiado, pues nunca volverá a ser la misma.