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Por Sandro Maciá

En la calle, como en muchos otros lugares, hay gente capaz de hacerle aprender a uno mucho más que cualquier profesor. Personas que, sin saberlo, demuestran con sus actos o sus conversaciones que, por mucho que nuestro Código Penal reconozca que somos todos iguales ante la ley, cada cual tiene formas distintas de reaccionar ante una misma situación.

Por esto -y por el olor a café y tostadas- es por lo que me encanta frecuentar cualquier cafetería durante la hora del almuerzo, pues las historias que se entrelazan en el aire a través de las palabras -palabras que forman ese murmullo que a veces precede al escándalo- transmiten (a veces) más moralejas que cualquier proverbio chino. ¡Y mira que hay proverbios chinos! Pero lo que pasa con estas enseñanzas mundanas es que, aunque parezca extraño, surgen de la experiencia que adquirimos al buscar ese “algo” que le da sentido a nuestras vidas.

Ese “algo”, sin embargo, es tan complicado de alcanzar y tan abstracto que sólo a alguien como a Najwa Nimri, cantante y actriz española, le puede servir como punto de partida para hacer un disco, el noveno de su carrera, tan complejo e inquietante como Donde rugen los volcanes (Warner, 2012), un trabajo que retoma la vena más electrónica de la artista y que rompe con la melancolía y el aire pseudodestructivo que se desprendía de El último primate (Warner, 10), su predecesor.

Poesía y sampleados de lo más variados se dan la mano en todas las canciones que componen esta nueva entrega del talento de una mujer que, aunque empezó a componer cada pista al estilo tradicional, con guitarra en mano, no se corta al afirmar que “acabo decidiendo, tras un concierto en la sala Fabrik, que sean totalmente sintéticas”.

Con las ideas tan claras, no es extraño que haya conseguido lo que ella misma se propuso al emprender este nuevo proyecto: crear un sonido horizontal e hipnótico. Eso sí, no de cualquier manera, sino trabajando en todo momento bajo la premisa de la ‘hipnosis-patada’, un concepto ideado por la propia artista y que le ha llevado a poder fusionar con un estilo propio letras profundas -que no por ello poco ásperas o amables- con ritmos sintéticos que van desde lo más etéreo a lo más upbeat.

Donde rugen los volcanes, single de idéntico nombre que el disco, puede servir para que todo aquel que tema adentrarse en este universo de idas y venidas sonoras y vocales conozca qué ofrece Najwa en este trabajo. No obstante, si lo que uno busca es disfrutar de la artista y sucumbir a su inquietante encanto, ya está tardando en escuchar piezas como Nada nos puede pasar o Pájaros de mal agüero.

 

 

 

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