De todos es sabido que las crisis –económicas o no, me da igual- incitan a que surjan grandes proyectos, a que afloren nuestros más primarios instintos y a que, agudizado nuestro ingenio por la desesperación, acabemos por emplear todo el potencial que cada uno alberga para destacar frente al resto.
Suena bien, ¿verdad? Bueno, pues también sería justo decir que en estas épocas, precisamente por este “resurgir” de nuestro “yo” más instintivo, es cuando más se conoce a las personas, cuando de verdad se ve cómo son y cuando uno se sorprende con declaraciones como las de Marta Sánchez -cantante española de sobra conocida, ya sea por su voz o por sus… canciones- que no se ha cortado en decir bien alto, al hablar de los últimos tijeretazos del gobierno, que “la situación se arregla trabajando, no manifestándose».
Burradas aparte, demostrada la capacidad de raciocinio y solidaridad de doña Sánchez –sí, sí, es doña, aunque la cirugía nos impida relacionar este calificativo con la “rejuvenecida” artista-, gracias a hallazgos como el recién estrenado Lp de Pájaro Jack podemos afirmar que son más los que se centran en desarrollar su talento que los que se quedan en un rincón llorando.
Este grupo, de nombre aviar y estilo folk, ya apuntaba maneras allá por 2010 cuando ganaron el primer premio del concurso del Instituto Andaluz de la Juventud de la Junta de Andalucía con sus demos Las luces (tema que abre el disco que acaban de publicar) y En los días de calor, maneras que han ido tomando forma a través de actuaciones en festivales de renombre nacional (como FIB o Primavera Sound) e internacional (Bardetreffen Fest, en Núremberg) y que han desembocado en la publicación de un trabajo que cuenta con la producción de Paul Grau (Lori Meyers y Lagartija Nick), responsable de su grabación y remezcla.
Con un planteamiento casi acústico, lo que diferencia a esta banda granadina de otras que tienden a sonar excesivamente comerciales, es que los chicos de Pájaro Jack juegan con conceptos tradicionales del folk americano, unas veces reconocibles en sus letras –véanse frases como “cuando vi San Francisco por primera vez” o “tu y yo, al centro de la Tierra, por los campos de algodón”, ambas extraídas de Rio abajo- y, otras, perceptibles en su música –atentos todos al ritmo del inicio de Las luces o al arpegio que abre la relajante Árbol gris-.
Voces suaves y coros etéreos, etéreas voces y suaves coros. Tanto monta, monta tanto. Entre melódicos versos y dulces susurros, estos granadinos demuestran con su música que salirse del camino marcado por la escena indie es tan arriesgado como rentable y sano para un panorama artístico actual que, si no fuera por la valentía de grupos como éste, acabaría oxidándose.
Pájaro Jack, es, resumiendo, un chute de melancolía y sensibilidad que, si nada se tuerce, pronostica que aún hay vida para el folk hecho con sello español.