Por Vanessa Díez.
“Un hombre sale de viaje y es otro el que regresa” (Peter Matthiessen). Toda experiencia es un crecimiento en nuestra vida, enfrentarnos a los retos y superarlos nos hace evolucionar. En muchas ocasiones, aunque en un principio no lo pensemos, incluso cuando sentimos miedo y en un principio creamos no estar preparados, cada prueba nos ayuda a darnos cuenta de lo que tenemos a nuestro alrededor, a valorar las cosas en su justa medida y lo más importante a vivir experiencias que nos aportarán formas distintas de ver la vida a través de las personas que llegan, unas para quedarse durante un tiempo y otras tan sólo para mover nuestra conciencia. Laila emprende un viaje que la cambiará por completo. Un trabajo de verano como camarera en el CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) de Suiza que le hará tomar decisiones ante su futuro cambiante. Como le dijo su padre “Pon tus manos a trabajar en esa cafetería, pero con tu mirada lejos en el horizonte”. Los estímulos que tendría a su alrededor le harían saber que haría tras el verano, pues comenzaría la universidad y le esperaba la ciencia. Una experiencia única en el centro de investigación más importante de Europa, pero no tan sólo a nivel científico, sino también a nivel humano, el amor está muy presente y se funde con la física.
Quantic Love es la segunda novela de Sonia Fernández-Vidal, su pasión por divulgar la ciencia hizo que se acercase a la novela juvenil. Con una tirada inicial de 30.000 ejemplares entre castellano y catalán, La Galera ha tenido que lanzar 10.000 más para cubrir la demanda. Utiliza herramientas que la convierten en una fresca propuesta: tiene banda sonora propia, creada por el grupo Nikosia, y e-mail para comunicarse con los personajes y números de móvil para que los lectores puedan ponerse en contacto. Las ventas son importantes para el sector, pero no determinantes para los lectores. Es el segundo libro que disfruto de La Galera, El secreto de Lucía Morke de Inés Macpherson fue el primero, y también el segundo libro que mi hermana pequeña ha leído tras una sequía de dos años. Con dieciocho años no es una lectora voraz, antes tan sólo leía las lecturas obligatorias del instituto. Con nada que perder, pensé en recomendarle Lucía Morke y le gustó. Sorprendida en un primer momento, en cuanto me llegó Quantic Love dejé que esta vez ella lo leyera antes que yo. En la primera parte de la novela me decía que la ciencia se le hacía un poco difícil, pero según avanzó parece que al hablar de estos temas entre amigos ella lo comprendía mejor y además me dijo que “triunfa el amor”. Este es el éxito en el sector juvenil, conseguir historias que les atrapen, incluso a los que no sean lectores asiduos. Es una historia entretenida, pues la ciencia impone pero no dispone, es una adolescente con las preocupaciones que todos hemos tenido, quiere adaptarse y empieza a vivir sus primeras preocupaciones con chicos. Una experiencia iniciadora que enriquece.