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Por Sandro Maciá.

Que si “nunca llueve a gusto de todos”, que si “Dios da pan a quien no tiene dientes”, que “si la envidia fuera tiña, ¿cuántos tiñosos habría?…”. Refranes, refranes y más refranes. Pero ¿acaso hay algo más cierto que estas frases, fruto de siglos de herencia de sabiduría popular? ¿Hay otra forma tan directa de transmitir con gracia y rotundidad, jugando con la ironía y el sarcasmo, moralejas y verdades como puños? Si la hay, por favor, que alguien me la diga y empiezo ya a borrar de mi vocabulario todo el repertorio típico de refranero español que, desde que era niño, me ha acompañado a modo, casi, de dogma de fe. Pero hasta que eso ocurra, yo “seguiré en mis trece”, nunca mejor dicho.

Esta mañana, sin ir más lejos, todo ese lío semántico de Dios, la tiña y la lluvia me ha venido a la mente cuando, por culpa de mi insaciable curiosidad musical, me he vuelto a encontrar con la desagradable noticia -ya leída durante el fin de semana-de que un evento tan importante a nivel internacional como la clásica ceremonia anual del Rock and Roll Hall of Fame de Cleveland (Ohio, EE.UU.) se ha visto envuelto en una polémica generada, ni más ni menos, que por el mismísimo Axl Rose.

Al parecer, aunque el momento en el que se anuncia qué grupos o solistas han sido los elegidos por los responsables y miembros de este Salón de la Fama para pasar a formar parte de su historia y de su misión de mantener el recuerdo de los artistas más influyentes de la industria musical a nivel internacional suele ser algo esperado por muchos, al señor Rose no le hizo especial ilusión que su grupo, los Guns ‘n’ Roses, fuera escogido junto a Beastie Boys o Red Hot Chili Peppers, entre otros, para actuar en la edición de este año. Él, alegando su desvinculación de la banda y haciendo alusiones a las disputas que suele mantener con sus ex compañeros, prefirió escudarse en la palabra escrita y enviar un comunicado al diario Times en el que agradecía al museo de Cleveland la nominación pero volvía a reafirmarse en su negación rotunda de no acudir al acto con sus excompañeros.

¿Excentricidad o sentido común? Creo que nunca podré saber cuál de las dos cosas lleva a alguien con el talento de Axl a imponer condiciones ante las oportunidades que le brinda la vida, pero lo que sí puedo asegurar es que no iba yo desencaminado cuando la lectura de esta noticia me ha hecho recordar los refranes antes citados, pues creo firmemente que a la hora de opinar sobre estas situaciones siempre hay dos tipos de personas: el tiñoso, que criticará el comportamiento de Axl Rose por pura envidia, y el racional, que desde la admiración lo describirá como ese mellado al que Dios le da pan sin que pueda -o sepa, en este caso- disfrutarlo.

Por suerte, la gala transcurrió finalmente de forma exitosa, aunque sin la presencia de Rose -nada nuevo, ya que en ediciones anteriores renunciaron a ir grandes de la música como David Bowie o Roger Waters-, algo que desencadenó más de un abucheo. Pero es normal, pues ya se sabe que “nunca llueve a gusto de todos”.

 

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