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Por Sandro Maciá.

Alaska, visionaria donde las haya, ya lo dijo: “Quiza la culpa es mia por no seguir la norma, ya es demasiado tarde para cambiar ahora”. ¿Advertencia? ¿Clarividencia? ¿Profecía? No, dejémonos de tonterías, eso fue sensatez y sentido común en estado puro.

De hecho, si por algo hoy cito a la diva de la ex melena pelirroja –ahora eclipsada por un cada vez más delgado y físicamente (casi) invisible Mario Vaquerizo- es porque, paradójicamente y siguiendo su filosofía, he decidido hacer un alto en el camino y desvincularme de todo cuanto me riega los tímpanos a diario para dar una oportunidad a la exploración, a la magia del descubrimiento de nuevos horizontes que, sin ser extremadamente lejanos a lo que suelo admirar, resultan asombrosos al verse desde la perspectiva del novato.

Y he ahí la importancia del asunto: la novedad, cualidad que -aunque no siempre se da el caso- juega a favor de una banda que ha llegado estos días a mi iPod de forma tan frenética como su estilo: Subversia, una formación de espíritu indomable y fuerza dosificada entre riffs contundentes que imposibilitan su encasillamiento en la falacia de que lo nuevo carece de consistencia o calidad.

Pero, por si fuera poco, aún hay más. Compuesta por Joseph Adamanta (voz y guitarras) y Alex Herrera (bajo y coros) –sin olvidar el apoyo a la batería de Javi Moreno -, Subversia, a juzgar por lo que deja entrever Our Generation, su primer single, se presenta como una de esas bandas que luchan por mantenerse en su afán de querer renovar la escena musical actual, algo que, además de conseguir, les permite defender con firmeza y rotundidad su recién estrenado Ep, The Half (2012) -grabado en el estudio Evim de Las Palmas de G.C. y producido por Vinod Rechwand y el propio grupo-, una oda al rock sincero de espíritu libre, de rabia controlada, de base poética –en cuanto a versos, se entiende- y sonidos overdrive puros, naturales, carentes de artificios innecesarios.

The Rich, Soul´s Sun, Our Generation y Morning Breeze, estas son las cuatro extremidades que dotan a The Half, y por extensión a Joseph y el resto de integrantes, del impulso necesario para dar el salto, un salto del que, no lo dudo, muchos acabaremos siendo partícipes en menos de lo creemos.

Larga vida al rock, ¡cómo no!

 

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