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Por Sandro Maciá.

Las buenas noticias son mágicas, o, por lo menos, tienen muchas más cualidades que cualquier tipo de información. En ellas, lo aséptico y lo objetivo que cualquier enunciado o titular debe transmitir, queda en un segundo plano gracias a su gran ventaja: las buenas noticias tienen un don.

Pueden no parecer importantes a simple vista, pueden ser de mayor o menor calado, pueden llegar más o menos al público… Que sí, que vale, que hasta ahí estamos de acuerdo, pero el don de este tipo de confesiones no es otro que el de lograr que la satisfacción experimentada al recibirlas es, a su vez, recíproca en quien la comunica.

¿Hay, pues, algo mejor que el arte de conseguir que unas palabras hagan felices al que escucha y al que es escuchado? No, en absoluto. Por eso me mantengo en mi afán de promoción sin límites de las buenas noticias, porque son necesarias y, ¡qué narices!, porque a todos nos gusta ser emisores y receptores de éstas, tal y como me ha ocurrido hoy cuando me han hablado de Tripulante y Crucero, el proyecto musical que Javier Peña (ex-cantante de Orleans y actual guitarrista de Nine Stories) ha emprendido junto a Greg Gobel (bajo), Nicolas Roussel (guitarra), Miki Meixus (bateria) y Ernesto Vena (guitarra).

Definidos por ellos mismos como creadores de “canciones de costa con sabor a mar”, estos chicos tienen estilo hasta en lo que se refiere al apartado gráfico de su disco, El sonido de los mapas (Gran Derby Records, 2012), una colección de temas “sobre faros y barcos veleros” que se ambienta en la temática costera y marítima desde el collage de su portada hasta los títulos de cada corte.

Delicadeza y sencillez son las armas que este grupo emplea para desarrollar una atmósfera única en cada pieza, una sensación especial que, sin perder el toque sureño -y algo marino y tropical, diría yo-, demuestra que no está todo inventado y que se pueden hacer cosas realmente bellas a ritmo de marcadas percusiones y hábiles interpretaciones de acordes y arpegios.

Las Flores, Arrecifes, Deje usted de bailar o Diario de navegación son un claro ejemplo de todo esto; aún así, como bien han bautizado a uno de sus temas, Ondina Ipanema, las referencias a lo isleño inundan –no hay mejor término para describirlo, la verdad- incluso las letras –véase el propio verso extraído de esta recién nombrada canción: “los faros te observan, amor, en la playa Ipanema”-.

Ahora bien, todo esto de los aires playeros no deben confundirnos ni llevarnos a creer que estamos ante unos cuantos hawaianos amantes del ukelele. Ni pensarlo. Tripulante y Crucero son tan profundos y agradables al tímpano de cualquier remilgado fan de lo indie –dicho esto con cariño, pues de otra forma me estaría tirando piedras a mí mismo- que no pararse a disfrutar del viaje que nos proponen sería una pena.

¿Quién no se vendría a cruzar todos los mares de este largo y ancho mundo con las voces y las melodías de estos chicos? Yo, desde luego, ni me lo pienso: me hago la maleta y zarpo con ellos cuando pasen cerca de Alicante. Aquí me espero.

 

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