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Por Vanessa Díez.

Recuerdo en los noventa aquel pequeñajo que nunca estaba quieto y marcaba triples mientras no dejaba de fijarse en una chica, era un adolescente con talento para el baloncesto, a pesar de su estatura, y con carisma, pues era un listillo y un gamberro que se hacía querer. Además su fuerza de voluntad era clara, pues no se detenía ante nada para conseguir sus sueños y no dejaba que los demás le marcaran la pauta a seguir, aunque no fuese lo políticamente correcto. Cuando llegó a mí Elvis Riboldi añoré al Chicho de aquellos años pre-adolescentes en que las historias más reales nos atraían, pues teníamos todo un mundo por descubrir ante nosotros, ya no éramos tan niños, y no queríamos que se nos tratara como tal. Y aunque muchas madres piensen que sus pequeños siempre son unos angelitos todos van acumulando experiencias que les ayudan ante la vida. Tanto Elvis como Chico son hiperactivos, de ahí el apelativo “terremoto” y para Elvis el de “inquieto”, y aunque pudiera parecer un antihéroe fue el héroe de muchos en aquellos años, pues ninguno éramos unos angelitos y los pre-adolescentes de ahora pueden verse reflejados en Elvis, pues quién no ha sido un desastre en gimnasia o no ha entendido ni una palabra del empollón de turno. Valores incondicionales de ambos son la fuerza, la determinación y la lealtad. Con un corazón grande con el que se antepone a los amigos ante cualquier cosa, quien tiene un amigo tiene un tesoro.

Yo, Elvis Riboldi y Boris el superdotado es la tercera entrega de este intrépido personaje. Tras el nombre de Bono Bidari no hay un autor sino cuatro: Jaume Copons, Daniel Cerdá, Ramón Cabrera, Óscar Julve. Los tres primeros han sido guionistas de Barrio Sésamo, gracias por ello, pues me crié con el monstruo de las galletas, y Los Lunis y el último fue creador de las hormigas de El Hormiguero. Con veinte años de experiencia nos aportan un personaje real con un humor ácido que no tiene desperdicio. Su madre es trabajadora y paciente y su padre se medica de los nervios, el empollón de la clase es rico y repelente, su mejor amigo es superdotado, su vecino es ex hippy y la directora de la escuela es una mujerona temida experta en deportes. Con estos personajes y un niño resuelto en hacer gamberradas que seguro divertirá a sus lectores, pues no le da miedo ni poner petardos ni falsificar las notas, aunque sus mejores travesuras son aquellas que hace sin querer y poniendo cara de cordero degollado como inundar la casa o convertir los setos en bonsáis. Además las ilustraciones dan vida a esta historia, sin ellas no sería lo mismo.

Elvis sin su amigo Boris no podía divertirse ese verano y cayó en una depresión. Todos tenemos nuestro proceso, tengamos la edad que tengamos, y aunque los demás nos ofrezcan ayuda somos nosotros mismos quienes mejor lo podemos hacer y por eso Elvis trazó un plan.

 

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