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La nueva palabra, conociendo a Alberto Azul

 Por Sandro Maciá

Yo, de natalidad, entiendo poco. Nada, realmente. Pero en lo que viene siendo los nacimientos artísticos, al menos en el ámbito que me compete -¡faltaría más!-, los llevo muy bien controlados, mejor que cualquier registro civil, modestia aparte.

Y es que, crisis a un lado, lo que me está gustando de estos últimos coletazos del 2013, aun sin haber sido un año especialmente memorable y pese a las pérdidas que este número impar nos ha obligado a vivir, es el creciente emprendedurismo que el sector musical, aunque al estilo underground y no sin riesgo, está viviendo gracias a los que –por suerte- aún creen en esto y no se dejan amedrentar por la marea de fondo que se lleva toda ilusión por avanzar en nuevos proyectos.

Ahora, si de concretar se trata, nada mejor que sacar a la luz un ejemplo tan joven como bien traído: el nacimiento de La Resistencia, una productora y promotora madrileña e independiente que, literalmente, “nace para dar salida a proyectos que comienzan a tener gran calado en la música independiente de Madrid” a través de una actividad que se centra en “servir de enlace para poder vivir conciertos de grupos a nivel estatal”.

Fruto de este activismo por la promoción bandas y eventos alejados del circuito mainstream , el parto músico-promocional de la propia empresa ha venido acompañado del alumbramiento de un grupo que, justo esta semana, da el salto del larga duración, al Lp: Alberto Azul, una formación de la ciudad de Las Ventas y El Retiro que comienza su andadura en 2010 y que, ya desde 2011 cuenta en su haber con un homónimo Ep, precedente de su comienzo de gira por las salas de la capital, de sus primeras apariciones en Radio 3 y de su inclusión en Madrid está helado, recopilatorio de LaFoneteca.

Esta vez, el trabajo de Alberto Azul, titulado La Nueva Palabra (autoeditado, 2013), nos ofrece una compilación de ocho temas que gozan de una variedad y eclecticismo tan literario –un ojo a títulos como Bigote atufado- como sonoro, pues su abanico musical, a nivel estilístico, comprende una amplia gama de estilos que van desde el pop más clásico al más experimental y –electrónicamente- psicodélico, pasando por el punk y alguna peculiar ranchera.

Con originalidad y rotundidad, así se presenta el paso del cuarteto madrileño al formato largo, un paso que han dado muy bien acompañados, rodeados de compañeros del gremio, como: Hazte Lapón, Atomizador, Raúl Querido, Esquimales o Somos la Herencia.

Después de todo, ¿quién podría negarse a formar parte de un proyecto llevado a cabo por un banda que, entre otros alardes de inconformismo creativo, pueden presumir de ser autores de un Ep temático sobre la llegada de los españoles a México –Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (2013)-, donde se atreven con instrumentos folclóricos americanos como el kultrún, el charango o el moseño?

Eso es variedad, total y absoluta.