Tercer disco de CYAN
Por Sandro Maciá.
Pocas personas hacen realidad sus sueños. Muy pocas. De hecho, ese carácter exclusivo es lo que hace mágico al momento en el que alguien, a golpe de esfuerzo, de trabajo o de un “braguetazo” dado a tiempo, logra alcanzar aquello que siempre deseó y que nunca concibió más que como un imposible.
Por eso, lejos de hacer gala de mis raíces patrias y querer hundir a los profetas de -o “en”- mi tierra, me niego a no reconocer que la repentina muerte de Sara Montiel me ha apenado y sorprendido a partes iguales, pues ella, icono de nuestro cine y –últimamente- embajadora de los casi olvidados valores kitsch (¡Ay, si me oyese Kundera!), nunca ha recurrido a la falsa modestia ni ha negado lo que le hubiera frustrado no llegar a ser el mito que fue.
Olé por ella, porque con esa sinceridad es con la que se construyen las grandes carreras artísticas. Y de esto, de carreras que se fundamentan en la convicción de que uno vale y de que va a hacer todo lo posible para demostrarlo, es de lo que va la historia de CYAN, una banda catalana de pop-rock que no tiene problemas en seguir manifestando que, aun pudiendo vivir de las rentas de su aclamado –por crítica y público- Historias para no romperse (BMG Rights, 2011), son capaces de innovar y sacar a relucir su visceralidad para no dejar de avanzar.
Ellos, que parecen no querer acomodarse en la inercia de la seguridad, optan ahora, en su tercer trabajo –Delapso (BMG, 2013)-, por crecer como grupo y enfatizar su sensibilidad, su creatividad textual y su lado más salvaje, impuro, propio e intuitivo.
En Delapso, Gorka, Sebas, Javi y Jordi se reencuentran con su faceta más oscura y menos evocadora y crean (o recrean) un universo nada convencional que derrocha rotundidad y que se va ramificando en composiciones como Un colectivo de raro propósito –su single de presentación, de original sonido y texto-, Phillippe Petit –cotidianamente bella-, Frovocador –temáticamente incómoda-, Síndrome de París –un canto al inconformismo propio- o Ballet Mental –un ejemplo de la recompensa del esfuerzo y la superación-.
En lo tangible -que no por ello lo sonoro ha de ser menos palpable-, es digno de mención que los de Barcelona hayan decidido darle a la portada del disco un estilo sólido, un carácter definido que, en sí mismo, es una declaración de intenciones que no deja lugar a la duda: estos chicos, desde la honestidad, saben que pueden llegar lejos. Ganas no les faltan.