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Don Jon, la historia de un adicto al sexo

Por Gemma Juan Giner

Tiene muchas pasiones. Su casa, su coche, su iglesia, sus amigos, el gimnasio, su familia, las chicas y el porno, ésta última la más importante de todas. Se trata de Don Jon, el protagonista de la película titulada con el mismo nombre escrita y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt.

Jon es totalmente adicto al porno por internet hasta el punto de correrse antes viendo una película porno en su ordenador que con una chica real. Cada fin de semana sale con sus amigos y siempre se lleva una chica diferente a casa, pero nunca es mejor que las de las películas porno. Se puede masturbar unas 30 veces a la semana y no lo consigue dejar.

Pero cuando Jon conoce a Bárbara, una chica físicamente de 10, se le rompen todos los esquemas y deja de fijarse en otras chicas para centrarse en ella, pero ésta le exigirá bastantes cosas si quiere tener una relación seria con ella, y una de ellas será dejar el porno.

Pero la que de verdad le hará cambiar será una chica más madura que conocerá en la escuela a la que va por las noches. Ella será la que conseguirá abrirle los ojos no sólo con su novia, sino también con las relaciones sexuales. Follar no es solamente meter la polla en el coño de la chica y correrse en su cara tal y cómo él lo entiende, sino que es una manera de liberarse y centrarse en la otra persona. Un acto mutuo.

Esta película es más real de lo que parece. La historia refleja a un tipo de individuo con amplia representación en la sociedad y el cual presenta una abusiva dependencia del fenómeno de internet. Con esta historia, el director ha conseguido reflejar el grado de deshumanización al que han llegado ciertos sectores de la sociedad actual, capaces de vivir todo el día delante de un ordenador seducido por la presencia de una mujer objeto que satisface plenamente sus necesidades sexuales. Es por esto que el protagonista disfrute más del sexo viendo porno en internet que con una chica de carne y hueso. Un grave problema que refleja el estado actual de nuestra sociedad. Siempre estamos a tiempo de reaccionar y volver a valorar el trato humano.

 

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