Sin un argumento innovador consigue engancharte
Por Gemma Juan Giner.
Una maravilla de novela, sencilla, corta, cortísima, pero muy romántica y original, que destaca por una gran historia de amor rodeada de una enorme tensión sexual, y que a diferencia de todas las demás, empieza por el final. “El contrato” de Catherine Bybee cuenta la historia del duque Blake Harrison y Samantha Elliot. Si él quiere heredar el testamento de su padre deberá sentar la cabeza y casarse antes de los 35 años, por lo que se ve obligado a encontrar urgentemente una mujer con la que casarse en escasas horas. Es así como recurre a Sam, una soltera con un pasado muy duro, propietaria de una agencia matrimonial, y, supuestamente, fuera de la lista de candidatas, para que le encuentre una mujer en apenas dos días. Pero para su sorpresa, Blake la elige a ella a cambio de mucho dinero, y ésta, por necesidad económica y para darle un empujón a su empresa, no le queda otro remedio que aceptar. Se casarán en Las Vegas y firmarán un contrato que les cambiará sus vidas.
La idea de Blake es que sea una relación puramente comercial; él sólo quiere un contrato para hacerse con la herencia de su familia, por lo que sólo necesitará estar casado un año y luego se divorciará para seguir con su vida de siempre.
Debo admitir que a pesar de que no tiene un argumento innovador y uno sabe lo qué va a pasar en todo momento, la novela consigue engancharte de principio a fin. La historia tan romántica entre ambos se hace muy corta y te quedas con ganas de más. La novela posee un estilo sencillo y ágil y los personajes desprenden un encanto natural. Se empeñan tanto en negar sus sentimientos haciéndose a la idea de que “sólo” es un contrato comercial, que estás deseando que se digan lo mucho que se quieren.
Esta ha sido la primera novela que he leído de Catherine Bybee, pero espero que no sea la última, puesto que el estilo que tiene es el que a mi me motiva leer. Ya quisiera yo firmar un contrato como el de Sam y Blake y acabar como ellos. El amor siempre vence… y la tensión sexual… ¿qué puedo decir de la tensión sexual? Que no hay historia de amor sin esa magia, esa tensión, esas mariposas…
Chicas, apuntad, “El contrato”, de Catherine Bybee.