Él nunca había cuestionado ni su época ni la mujer con quien debía casarse hasta que llegó ella. Iba a casarse con una conveniente mujer para perpetuar un estable y duradero matrimonio. A la alta sociedad neoyorquina de 1870 llegó una mujer independiente que pensaba por sí misma, no representaba a la mujer sumisa y recatada que acudía a cócteles y bailes. Estaba en boca de todos, aunque no lo pretendiera. La edad de la inocencia fue llevada al cine en 1993 por Martin Scorsese. La protagonizaban Michelle Pfeiffer, Daniel Day-Lewis y Winona Ryder. Es una adaptación de la novela de Edith Wharton, donde la renuncia, el sacrificio y el deber se imponen ante la pasión y el amor, dando como fruto unos personajes atormentados que no se permiten vivir ante el miedo de las convenciones sociales. En 1921 obtuvo el Premio Pulitzer con esta obra.
La edad de la inocencia se publicó en 1920, antes había publicado en 1916 Las hermanas Bunner, aunque fuera escrita en 1896. En esta obra ya trataba temas como la renuncia y el sacrificio. Ann Eliza como hermana mayor siente la obligación de anteponer la felicidad de su hermana Evelina a la suya. Ambas trabajan en su humilde mercería, sin deudas y sin lujos. Viven en la trastienda de su negocio. En una sola habitación tienen cocina, mesa para comer y cama compartida. Ann Eliza siempre deja que su hermana tome la primera taza de té, parte para ella el trozo de pastel más grande y compra su vestido antes que el suyo. Evelina como la más joven se queja de su situación, mientras Ann Eliza confía en la providencia. Con la ilustración de Elisa Arguilé nos las podemos imaginar como cortadas por el mismo patrón, de atuendo riguroso y semblante áspero, tan sólo la más joven se permite el atrevimiento de añadir un sombrero a su atuendo. Los días se suceden monótonos, uno tras otro, entre atender la tienda y elaborar abalorios. De forma sencilla nos recrea su vida gris, sus descripciones dan forma al ambiente que se respira en la mercería.
Ann Eliza le regaló un reloj a su hermana por su cumpleaños, aquel objeto lo cambiaría todo entre ellas. La hermana mayor renunció a su última posibilidad de casarse para que su hermana no se quedara soltera como ella, ella no era capaz de llevar esa vida. La sencillez de los personajes y su entorno le da mayor autenticidad a esta obra, donde una mujer vuelve a narrar su dolor. Además de la pérdida de la moral establecida por la educación recibida. Si hay que salvar a un ser querido nada importa. Al final se daría cuenta que “renunciar a las alegrías de la vida no garantiza la transmisión de estas a aquellos por quienes se ha renunciado a ellas”.
Editorial Contraseña os ofrece la posibilidad de descubrir Las hermanas Bunner de Edith Wharton y a través del prólogo de la escritora Soledad Puértolas podéis comprender la obra de la autora y esta novela de cuando la autora todavía era desconocida. Su obra se caracterizaba por criticar irónicamente la alta sociedad que ella tan bien conocía, pero en Las hermanas Bunner nos ofrece personajes reales que sufren precariedad y miseria y aún así se preocupan por los demás. Edith Wharton fue la primera mujer en recibir la medalla de oro del Instituto Nacional de las Artes y las Letras y la primera en ser nombrada Doctor honoris causa por la Universidad de Yale.