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Una mujer acorralada en su vida de esposa

Por Vanessa Díez.

No estás preparada para ser madre, serlo y odiar la vida por ello. Excéntrica, desviada, infeliz. Querer estar muerta. Llevar la vida que no se quiere, no saber decir las cosas que no se comparten. Una mujer que sigue hacia adelante viviendo lo que le ha tocado por disfrutar del sexo sin precauciones. Para dormir sola y no tocarla tras la nueva vida que depende de una, aquello que todo lo cambia, acabando por masturbarse cada uno por su cuenta. Alguien me dijo que muchas parejas tienen hijos por arreglar lo suyo, en cambio los niños sacan a la luz los problemas llevándolos al límite, ya que dejan de estar latentes.

Ágil a base de frases y capítulos cortos en los que te hace confidencias de su indeseable existencia. Todo se mezcla. El niño, el marido, los cambios, las relaciones, el sexo, amamantar, la muerte, la vida, masturbarse, la soledad, pañales pesados, eructos tras dar de mamar, las primeras palabras y la ansiedad de no saber si en una noche no volverá a despertar. El llanto desesperante, mientras en su interior quisiera estar muerta, atravesar el ventanal y cortarse entera, desgarrarse de arriba abajo, cosa que llega a hacer, cree que va a volverse loca y nos convence de ello en muchas partes del libro, ya que ella se abre en canal y se desangra ante nosotros sin ningún pudor, pues lo da ya todo por perdido. Las referencias al suicidio también se reflejan, menciona a autoras como Woolf o Plath que se suicidaron, una ahogada en un río y la otra metiendo la cabeza en un horno con sus hijos en la habitación de al lado.

Comparten una vida, pero no nos lo presenta, tan sólo lo llama mi hombre o mi marido, aunque nos cuenta sus flaquezas de forma franca, sabemos cómo pasa ella las noches, mientras él, que es un vendedor que viaja con su maleta de muestras, llega cansado de madrugada, cumpliendo sus rituales de llamar a la esposa desesperada al otro lado de la línea del teléfono, mientras él se come una hamburguesa en un local de comida rápida, ella se atormentará a sí misma con su kilometraje y con si a mirado o follado con alguna.

La historia está contada a dos voces, la de ella y la de un vecino que la observa al pasar cada día a la vuelta del trabajo en su moto, pero la que predomina es la femenina, desgranando los personajes de su vida, sus pensamientos y sus sentimientos. Una voz animal, carnal, salvaje, desgarrada y atrapada. Un valiente personaje femenino que nos muestra que aquello que nos lleva al límite en la vida siempre nos enseña algo.

 

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