UA101349465-1

metamorfosis_cotidianasg

Poemario ganador del XVI Premio de Poesía Eladio Cabañero

Por Deborah Antón

Seguramente, lo que uno espera encontrar cuando cae en sus manos un libro de poesía sea esto. O es, al menos, lo que la que firma estas líneas espera encontrar, después de haber leído demasiados poemarios en los que parece que un poema nada tiene que ver, ni en el fondo ni en la forma, con el anterior.

Este poemario de Loren Fernández tiene, en cambio, entidad, unidad, cuerpo. Es un todo geométrico. Cada poema es un compromiso para consigo mismo y para con los próximos a él.

Probablemente esto se deba al hecho de ser unos poemas que poseen un acabado muy cuidado, realizado con mucho mimo; los poemas de Loren son redondos, pero no por ello menos espontáneos ni menos imaginativos. Entre la exaltación y la contención hallamos un equilibrio muy noble, muy logrado. Aunque ello signifique, de pronto, plantar maravillosamente un verso larguísimo en mitad de una estrofa de versos más bien cortos. Si tiene que hacerlo, lo hace; y lo hace bien.

En el hecho de que este libro me entusiasme es posible que también influya (por qué ocultarlo) haber asistido atentamente a su gestación (Loren y yo somos compañeras de tertulia poética), y conocer de cerca el trabajo y el tesón que se encuentra detrás de ellos. Debo decir, sin embargo, que me he encontrado con un libro que parecía escrito por una desconocida. A pesar de conocer los poemas, el resultado final me ha dejado muy sorprendida.

Metamorfosis cotidianas es un libro que se devora. Esto también tiene que ver, aparte de con la gran imaginación de la autora, con el ritmo, la ordenación, la progresión de los poemas. La obra está dividida en seis apartados, y cada uno de ellos corresponde a un tipo de metamorfosis:

Metamorfosis interior. Aquí apuntamos a temas que ya tocara Jaime Gil de Biedma, pero revisitados con una imaginería propia. En la espera / Estambul es una plaza lejana que nunca conquistaré, /París una mentira plana que oculta los desconchones. / Desde mi sombrilla fila doce nunca se vio el mar.  

Metamorfosis del paisaje, con los ojos que lo recorren, incrédulos pero sabios, en un estado de continuo asombro apocalíptico. Seremos arrastrados a la misma playa / cuando la marea, paciente, / haya convertido los siglos en arena / y a nosotros en cantos rodados / inmunes al abrazo de las medusas, / a la digestión de las olas, / al último amor.

Metamorfosis del amor. Aquí servidora encuentra en un blues la perfecta disección del amor. Tú estás siempre en mi memoria / Con la boca llena de mí / Y mi boca de ti llena / Destilando limones en mi oído. ¿No es sencillo y hermoso?

Metamorfosis de las cosas. No podemos olvidarnos de ellas: nos rodean y tienen vida propia. Araño la pared con la impotencia del murciélago / y recojo barro en mis dedos / por todo jornal / y polvo en la garganta / como el alambre de púas / que separa los campos de concentración / de los maizales rojos. / ¿Acaso esperabas otra cosa de la piedra?

Metamorfosis de la palabra. Qué duda cabe. La palabra es el arma de acción más poderosa y, con ella, el silencio. El silencio cae sobre el mantel de cuadros / como migajas pálidas de azufre. / El niño no sorbe la sopa / ni pide galletas / ni escupe los ojos que clavan en su médula las culpas que le son decretadas / por hacerse invisible.

Metamorfosis humanas. Para culminar, la cualidad que nos une a todos. Con un espíritu heredado de Kavafis, seguimos esta humanidad tan loca, globalmente compartida. Liberados por la alteración geomagnética, / los polos emigrarán a los trópicos / y el tiempo amansará los relojes. / Creeremos en las Islas Galápagos, / sentiremos hablar al espíritu de las moscas / y veremos palpitar los glóbulos bajo nuestra piel de vidrio.

Finalmente, cabe destacar (a una le gusta comentar estas cosas porque tienen su importancia) que es un libro precioso también en la forma externa, con un formato original y con portada de Edward Hopper. Es el ganador del XVI Premio de Poesía Eladio Cabañero. Uno de esos libros que da gusto tener y acariciar.

Share This