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eric_fuentes_gCopper&Gold, nuevo disco de Eric Fuentes

Por Sandro Maciá.

Nunca negaré que echo la vista atrás más de lo necesario. Podría decir que no, que yo soy de esos que no retroceden ni para tomar impulso y que paso olímpicamente de atarme al pasado. Sí, podría, pero ¿por qué mentir si el problema, independientemente de lo vivido, suele estar en nuestra incapacidad de quedarnos con lo bueno?

No nos engañemos: nos gusta recrearnos en lo que nos hizo sufrir, en lo que nos marcó, en lo que nos ha generado todos los miedos y complejos habidos y por haber. Somos así. No querer verlo es absurdo. No querer asumir que con nuestras miserias anteriores intentamos justificar las actuales es de tontos.

Por eso, precisamente, es por lo que llama la atención encontrar personas que, de forma natural, logran cruzar la frontera de la lógica y saben recurrir a su pasado con la aspiración de construir su futuro, sin más, tomando lo vivido como referencia pero sin caer en el bucle de la nostalgia barata. Y esto, amigos, es lo que ha tenido el santo valor de hacer Eric Fuentes, el que fuera voz de la desaparecida banda Unfinished Simpathy, cuya historia cuenta con más de 400 conciertos por España, Alemania, Ingaterra, Francia, EEUU, Italia, Suiza y Bélgica, y con cinco discos que se han ido consolidando como clásicos del pop-rock alternativo, o indie, de nuestra música.

Y es que Eric Fuentes, lejos de dar marcha atrás y vivir de rentas, presenta estos días el fruto de haber sabido volver, con dignidad y conciencia, a tiempos anteriores a través de la extensa gira llevada a cabo junto al pianista Bernat Sánchez, en la que han paseado a lo largo y ancho del país temas pertenecientes a sus 3 discos en solitario («Descarrilant» (1997), «Bahía Paraíso» (2008) y «Eric Fuentes & El Mal» (2011), o a los ya clásicos 5 discos de The Unfinished Sympathy. Un fruto que, por cierto, tiene por nombre Copper&Gold (Bcore, 2013) y que comprende un tracklist de 10 canciones nacidas de la –acertadísima- revisión de todo este repertorio y que, por excesivamente pretencioso que suene, puede decirse que recuerdan al minimalismo de Steve Reich o a la nocturnidad de Tom Waits.

Además, si en lo conceptual el cantante y compositor puede presumir de lo aclarado anteriormente, en el plano formal y artístico también puede estar orgulloso de haber superado con nota el reto de mantener en todos los cortes del disco una clara vocación jugar con el límite de las posibilidades, tanto melódicas y armónicas como rítmicas, del piano, la guitarra y la voz. Límites que han desembocado en canciones austeras, intensas y de carácter atmosféricamente “Groove”.

Incluyendo una versión de It was a very good year, popularizada por Frank Sinatra, Copper&Gold no se nos debe escapar por dos motivos: sus temas -veáse You must have been crying again o Drop me a line- y sus directos, para los que ya se anuncia que contarán con la presencia de la mitad del alma de este trabajo, Bernat, al piano, y con el recién incorporado Joan Thelorious, miembro de Tokyo Sex Destruction, a la guitarra.

 

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