Primer largo de Reikiavik, Daño universal
Por Sandro Maciá.
Pasan los años y, aún así, me sigue haciendo gracia –por decirlo de un modo amable- la libertad que los responsables del marketing audiovisual se toman al traducir los títulos de las obras que nos llegan de allende los océanos y mares que nos rodean. Vale que pocos iríamos a ver según qué películas, por ejemplo, si, literalmente, nos las presentaran con determinados juegos de palabras que, al pasar de su idioma natal al nuestro, dejan de tener sentido alguno; pero, ¿por qué no omitir el paso de reinventarse el nombre en su totalidad y dejarlo en su idioma original? ¿Acaso no resultaría, incluso, más llamativo y enigmático en la mayoría de casos?
Rotundamente, sí. De hecho, si algunas de las denominaciones con las que nos empezamos a familiarizar (sobre todo en el mundo artístico y cultural) se sometieran al proceso inverso y nos fueran dadas, estrictamente, “a lo cañí”, nos llevaríamos sorpresas tan variopintas como la de acabar refiriéndonos al quinteto formado por Raúl Arévalo (guitarra), Ernesto García (batería), Javier Martín Balsa (voz) y Miguel Pérez (guitarra) y Ismael Uribes (bajo) como Bahía Humeante, tribal y esperpéntica traducción al castellano del islandés nombre por el que se les reconoce: Reikiavik.
Sin embargo, dejando atrás la referencia al tributo que estos jóvenes creadores de secuencias desordenadamente ordenadas de pop-rock e indie hacen a la capital de Islandia con su seudónimo, lo que ahora nos lleva a retomar la admiración por el grupo que nos encandiló en 2011 con su Ep Instantes, es la presentación de Daño universal (2013), su nuevo trabajo.
Con diez temas que consolidan el sonido de esta formación madrileña a modo de cumplimiento de la promesa que dejaron caer hace dos años y que muchos esperábamos, Reikiavik nos ofrece en su puesta de largo una amalgama de temas que gozan de un lógico e intencionado nexo de unión, el que conforman sus guitarras, sus sintetizadores y unas melodías de influencia brit, unas veces, o de estilo “rockandrollero” clásico, otras.
Por eso, no resulta extraño encontrar en Daño universal algún receso de frenesí (como ocurre con el single que precedió a los otros nueve cortes, Acróbata, cuyo video ya está disponible), vivas composiciones para ser digeridas -con mimo- en más de una escucha (véase Plan de despedida número 1 y Plan de despedida número 2) o pequeñas odas al “Madchester sound” (sirva de muestra Puede ser).
Si a todo ello, además, sumamos que su ansia por el reencuentro con el público es una realidad y que, sin excusa alguna, ya se han comprometido a defender sus nuevos himnos a golpe de cuerda y pedal anunciando las primeras fechas de la gira inicial, sólo queda por cumplir nuestra parte del trato: ir a disfrutar de su música en cualquiera de sus conciertos de Madrid (21 noviembre), Zaragoza (30 noviembre), Murcia (13 de diciembre) y Elche (14 de diciembre).
¡Cumplamos, pues!