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Nuevo Ep de Ruidoblanco

Por Sandro Maciá.

De mayor, carnicero. Algo así debieron pensar en mi casa cuando vieron mi amor por el cine de sangre y casquería. Que si el loco éste de la máscara que descuartiza todo lo descuartizable en Texas, que si el de la cara alargada que perseguía a Neve Campbell bajo una sotana, que si el que mataba adolescentes a diestro y siniestro en Crystal Lake y alrededores –ya con el nombre, buen rollo como que no da…-, que si el paliducho Meyers que acostumbraba, el cortés chaval, a volver cada Halloween a casa a hacer una nueva sangría…

En fin, que por “killers” –como dicen ahora los críticos más “in”- no será. Pero, no vayáis a creeros, que si el cine está así, la música no se queda corta. Las tinieblas y la decadencia parecen ser una constante en títulos y portadas -¿volvemos a ser adolescentes atormentados, a estas alturas?-… hasta ahora. Y es que hoy, por fin, recibo la noticia de que hay un grupo que no hace alusión –al menos directa- a la soledad o la desgana perpetua, sino todo lo contrario, pues presenta estos días un Ep lleno de pasión, amor e indignación que, bajo el nombre de El hombre que habita el mundo (Multiedición/Crowdfunding, 2013), nos recuerda que para desánimos y muertes en vida ya tendremos tiempo.

Ellos, el grupo en cuestión, no son otros que (los ya conocidos en estas páginas) Ruidoblanco, una formación catalana que se ha recorrido toda la geografía nacional dando a conocer su anterior trabajo, Midiendo el tiempo con canciones (Precipicio/Warner Music, 2011), y allanando el camino para plantar su obra más auténtica, el disco que ahora nos ocupa.

Producido bajo la fórmula del Crowdfunding, El hombre que habita el mundo es un reflejo de la nueva forma que el grupo ha adquirido en cuanto a la plasmación sonora de sensaciones, del fresco aire conceptual que respiran sus componentes y de lo bien que les ha venido –mejorando lo presente y sin desprestigiar lo acontecido- su paréntesis con una multinacional para ejercitar una libertad creativa que, gracias a la mano de Suso Saiz (productor) y Santos Berrocal (técnico de sonido), tuvo como fruto el nacimiento –desde los estudios de Blind Records, por donde han pasado, entre otros, Love of Lesbian- de las cinco canciones del Ep.

La resistencia de Recursos, el realismo de Frágiles, la autenticidad de Depredación, la sinceridad de Semanas o la rabia de Desaparecer –“vuélvete que ya no estaré…”- son el claro ejemplo de qué nos ofrecen los Ruidoblanco en un trabajo que cuida su estilo libre y colectivo hasta el fin, hasta llegar a recurrir a la obra The Plastic Ocean, de la americana Bonnie Monteleone, para poner cara a un disco que no va a sonar poco. De hecho, este sábado, los catalanes aterrizarán en Elche, donde podremos escuchar su directo antes de que continúen sus andanzas por Madrid, Barcelona y Hospitalet de Llobregat, próximos destinos de la gira.

 

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