Llega el “rockabilly-jazz” de Alice & The Wonders
Por Sandro Maciá
Oh, cabarets… Luces, colores, tentación y largas veladas… ¿Qué queda de aquella época de terciopelos, brillos setenteros y lingotazos que sabían mejor entre moquetas pisadas y sofás a lo Chester? Mucho, más de lo que pensamos.
Al menos, eso es lo que me atrevo a afirmar tras escuchar el homónimo Ep de debut de Alice & The Wonders, un grupo que, aun procediendo de la fructíferamente indie Cataluña, se manifiesta díscolo a nivel creativo y nos permite regresar a aquellos días de antiguas salas de baile, a aquellas borrosas noches de humo y elegancia no vividas por algunos pero, ahora, casi reales para todos gracias a una manera de hacer música que combina dos géneros bien distintos al “moderneo” patrio: el rockabilly y el jazz.
Compuesto por cuatro canciones que van -cual degradado de color pero, aquí, sin decaer en arte y ritmo- desde la exaltación de la fuerza y la energía –veánse los títulos de Stronger tan ever o Burn- hasta la aceptación de lo naturalmente imperfecto –Imperfect man o In my black coffin-, este primer trabajo de Alexandra Rueda, Otger García y José Luis Pérez emana aires vintage y evoca reminiscencias de aquel swing de los 30 y 40 y del rhythm & blues de los 50 y 60 que sólo podría entenderse como lo hace el propio grupo en su presentación en sociedad, definiendo su música como una bocanada “de puro amor por intérpretes como Marion Harris, Billie Holliday o Lavern Baker, vistas desde una perspectiva actual”.
En ese sentido, cada corte de este disco es una muestra patente de que al situarnos frente a Alice & The Wonders, lo hacemos ante una banda que aboga por absorber la nostalgia sólo hasta el punto de tomar la inspiración necesaria para poder tejer un universo en el que no falta la fantasía –dejémonos guiar por la preciosa y precisa voz de Alexandra, nuestra Alice- ni el realismo –toque aportado por los teclados de Otger y las guitarras de José Luís, nuestros The Wonders-, para recrear un mundo de infinito respeto por los maestros de los géneros antes nombrados pero adaptado a nuestro siglo y sin resultar, en cualquier momento, excesivamente clásico o purista.
Este proyecto musical, además, surge del impulso de Emilio Díaz, co- fundador, teclista y primer manager de Los Rebeldes (una formación de sobra conocida por los amantes del rock & roll ibérico que en su día promulgaron grandes como Loquillo -por entonces con Trogloditas-) que ha querido, ni más ni menos, culminar su dilatada trayectoria con un grupo que encarne todo su legado.