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Los contrastes de la vida en Nigeria y su riqueza

Por Vanessa Díez

Tu vida cambia en un minuto, nada vuelve a ser como antes. Añoras tantas cosas. El aire acondicionado, la comida, la ropa, el colegio, el aseo con inodoro e incluso los refrescos fríos. Pero tu padre estaba con otra mujer, lo peor fue que tu madre encontró a esa otra mujer sobre él. Ese fue el momento en que todo se derrumbó. Del día a la noche. De la civilización a la nada. No sabías dónde vivían los abuelos pero era el único sitio al que ella podría huir, a casa, a su origen, derrotada, con vosotros entre sus brazos, herida, sin fuerzas y con una gran herida que él le había dejado tras acabar con su llanto y con su orgullo, con su amor.

Las culturas no son tan distintas en el fondo, puedes sentirte identificada con sucesos que ocurren en Nigeria o en cualquier otro punto del planeta, las zonas rurales son en varios puntos similares, aún recuerdo aquel agujero dentro de una caseta en el exterior de la casa de campo de mis abuelos, era el lugar para las necesidades en tiempos de los ancestros, después existiría un aseo con comodidades en la casa y aquel se dejó para uso de necesidad, si no había más remedio por urgencia o si el usuario estaba con las labores del campo lleno de estiércol. Aquel agujero oscuro daba miedo, podía tragarte para hacerte desaparecer, moscas, sombras, más que hacer lo que tenías era prisa por correr hacia cualquier otro lugar.

Blessing recorre un largo camino, crece como mujer junto a su abuela, que se convierte en su maestra. Según habladurías su abuela es bruja, pero nada más lejos, es partera. Recibe a los hijos de otras mujeres, una gran responsabilidad entre sus cansadas manos. Con doce años Blessing aprende a cocinar, las labores del hogar para ayudar y poco a poco su abuela la acoge, como hizo con ella a la misma edad su abuela, como aprendiz en su bello oficio.

La ablación se sigue practicando en muchos rincones de África. Según la ONU afecta a tres millones de niñas al año en todo el mundo, la mayoría en este continente. La OMS estima que 140 millones de mujeres han sufrido algún tipo de mutilación genital. La ablación se sigue realizando en 28 países, aunque está penalizado en muchos de ellos, por miedo a la marginación y a los mitos. En la novela se reflejan las dos posturas ante la ablación, su abuela que como una de las parteras más experimentadas la realiza, según ella siempre será mejor un corte suyo que una carnicería de cualquier otra partera, pues hay varios tipos de ablación, frente a Blessing que está en contra y no quiere practicarla bajo ningún concepto. Su abuela le explica que si no son cortadas repudian a la familia de la aldea, incluso en un parto la madre le pide a abuela que la corte ya de recién nacida, Blessing sale para no verlo.

Las devastadoras consecuencias de la ablación son muchas. Desde hemorragias, dolores intensos, fístulas, incontinencia e incluso la muerte. Blessing vive uno de estos partos. Además de la transmisión de enfermedades infecciosas como tétanos, SIDA  o hepatitis por las malas condiciones de higiene en las que se realiza. Las matronas son mujeres mayores como abuela sin ningún conocimiento médico, la misma Blessing empieza a ser aprendiz de partera una vez abandonada la escuela. Además utilizan cuchillas de afeitar, navajas o trozos de vidrio, instrumentos sin desinfectar, abuela los tiene dentro de una bolsa, a veces con restos de sangre. Las consecuencias psicológicas pueden ser peores. Les provoca rechazo a su sexualidad, a su propio cuerpo y sus costumbres. El 94,9% de las mujeres sufrían la mutilación de sus genitales en 2006. En 2010 se había reducido al 58,1%. La concienciación a través de campañas de información de ONGs como World Vision han sido las que han abierto camino.

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