Las cotidianidades de Alex Oviedo
Por Rubén J. Olivares
El lector de libros sabe que su relación con los libros tiene algo especial, casi mágico. A los libros se les mima, se les recuerda por los momentos que nos evocan incluso algunos nos acompañan hasta la intimidad de nuestro dormitorio, como amantes. Diríase que son seres vivos capaces de evolucionar y adaptarse a su entorno, aunque corran tiempos aciagos para él. Todos sabemos que los seres capaces de evolucionar lo son de adaptarse y no desaparecer.
En nuestro país, este fenómeno de los libros con vida lo están recogiendo las editoriales independientes que dan abrigo a autores y libros que, de otra forma, estarían condenados al olvido y a la extinción. Estas editoriales son las encargadas de abrir el campo editorial a nuevas evoluciones que permitan al libro en papel adaptarse a un nuevo entorno, dotándole de un carácter especial que otros soportes de lectura no pueden promover. El amor de estas editoriales por la literatura y los libros queda reflejado por los esfuerzos editoriales que llevan a cabo para tratar de promover la obra de autores poco conocidos que deben hacerse un hueco en un mundo dominado por grandes editoriales, escritores de best-sellers y lectores en retroceso.
Ejemplo de este amor lo constituye el libro del escritor y editor Alex Oviedo, “El sueño de los hipopótamos”, escritor bilbaíno que se ha enmarcado en su propia aventura editorial para dar voz a escritores independientes que desean compartir con el lector las historias que pueblan sus mentes. Estamos ante un libro que recoge el testigo de la milenaria tradición literaria de los cuentos orales, transformado magistralmente en todo un género literario propio como es el de los microrrelatos. Compuesto por más de 50 relatos breves, este libro hace un repaso a temas cotidianos como el amor, las relaciones de pareja, la amistad, la voluntad de vivir pero también sobre las oscuridades del alma, la novela negra e incluso reinterpretaciones de mitos grecolatinos. Un caleidoscopio de relatos breves y a menudo brevísimos en los que se da rienda suelta a la imaginación y se nos invita a deambular por múltiples escenarios.
Dividido en dos partes, “Noche clara” y “Noche azul”, recorremos a través de historias de diversa extensión y corte que oscilan entre los relatos cotidianos y la emotividad y profundidad de quien indaga en el alma de sus personajes. En ambas partes es fácil sentirse identificado con los relatos que se nos presentan, dada la sencillez de los mismos, la claridad de la escritura y lo cotidiano de los protagonistas que deambulan por sus páginas. A lo largo de la primera parte del libro asistimos a un conjunto de relatos breves en los que se nos invita a sentir el amor de sus protagonistas, los impactos de la crisis incluso entre los oficios más inesperados y el juego de equívocos al que nos puede llevar no estar atento ante lo que leemos, todo ello escrito con un humor negro, irónico en el que se nos dice algo para mostrarnos lo contrario, y que nos arranca una sonrisa tras finalizar algunos de sus relatos o algún suspiro ante la poética de otras narraciones. La segunda parte del libro se centra en presentarnos una colección de microrrelatos cuya brevedad roza el aforismo, y como éste, ofrece más de lo que un simple bocado pudiera en apariencia darnos, recogiéndose en algunos el testigo de las greguerías de Serna. La temática desplegada en esta segunda parte se hace más espiritual, ahondando en el amor, las relaciones de pareja, el abandono, la tristeza, el engaño, la desesperación, en fin, aquello que nos hace humanos.