Enamorarse del amor por primera vez
Por Vanessa Díez
La búsqueda de la belleza captada en un instante, tan sólo quince minutos fueron necesarios para que sus ojos se detuvieran en ella. Un poeta encuentra junto a una ventana a su musa, no necesita que nadie se lo confirme, lo sabe, es ella. Ni su juventud, ni las diferencias, ni las familias, nada lograrían detener el alma de un joven enamorado, un soñador idealista que tan sólo vive en su mundo paralelo, que transige en sacrificar parte de sí mismo por arañar para ella los bienes del mundo material.
Hasta que Friedrich von Handenberg encuentra a Sophie sus ocupaciones tan sólo han sido cultivar su mente, sin pensar en su porvenir. Su padre intentando que entre en razón y se dedique a funciones más productivas y realistas lo envía a formarse con alguien de su confianza; pero es cuando él se vislumbra como responsable de otra persona cuando toma la decisión de esforzarse por ser alguien en la vida, para que su padre le tome en serio.
Se convertirá en el poeta Novalis, esta es parte de su historia, de su corta vida, de su lucha, de su huida de la realidad, de sus inseguridades, de su creación, su entorno y su época. No se nos muestra tan sólo lo que pasó a través de su apreciaciones, la autora nos regala otros personajes que equilibran la historia, pues son la voz de la razón en muchos casos, los detalles que nos ayudan a perfilar que pasaba a su alrededor, aunque el personaje no nos lo diga.
Nacido en una familia noble venida a menos, austera por ideas, como también por falta de recursos, parece más importante mantener una determinada posición que permitir la felicidad de un vástago, ser feliz parece una determinación egoísta. Un padre autoritario, una madre sumisa. Un hogar lúgubre, unas mansiones en ruinas. Aunque disponer del futuro de los hijos todavía es obligación del cabeza de familia. El joven encuentra en Grüningen lo opuesto a lo que siempre ha conocido: luz, felicidad, abundancia, risa. Quiere obtener lo desconocido, aunque no llegue a comprenderlo, aunque no pueda retenerlo en una imagen siquiera.
Una novela fácil de leer, con capítulos cortos, que nos sitúan en varios lugares y situaciones, dándonos las pinceladas necesarias para hacernos una idea de en qué tiempo vivió el protagonista, ambientada tras la Revolución Francesa, se nos muestra el desasosiego que producía la inestabilidad del país vecino, como los cambios que llegan, como en la medicina, donde empiezan a existir avances pero todavía conviven la nueva y la vieja escuela. La autora nos muestra personajes femeninos fuertes, en varias ocasiones, pilares de orden y resolución en las casas, contraponiéndolos a otros como la baronesa que se esconde tras su marido.
Resurgir tras trece años muerta es la paradoja de los creadores, además de que se esperaba demasiado de ella al haber nacido en una familia de intelectuales y escribió su primera novela a los cincuenta y ocho años. Nueve novelas alabadas por la crítica, para acabar consagrándose como una de las figuras más importantes de la nueva narrativa inglesa. Con La librería fue finalista del Booker Prize, lo ganó con A la deriva. Con La Flor azul consiguió el National Book Critics Award, además de ser considerado el Libro del Año en el Reino Unido, fue su última novela con casi ochenta años.