Tórtel presenta La Gran Prueba
Por Sandro Maciá
Hora de desempolvar las camisetas de verano, las zapatillas anti-pisotones y las petacas –habrá que beber con estilo, ¿no?-. Hora, ni más ni menos, que de comenzar la temporada de festivales de verano, de eventos en los que miles de almas nos uniremos, como cada año, para disfrutar de los ansiados carteles interminables, de esos grandes del género y de aquellos que, previo curioso descubrimiento, acaban por ser también admirados tras su paso por los escenarios.
Es cierto que, por suerte, en nuestro país no hacemos –casi- pausa alguna en esto de poder ir empalmando “festi” tras “festi”, pero, no nos engañemos, amigos, ¡empieza lo bueno! Llega el SOS 4.8 (Murcia), el Low (Benidorm), el aún resacoso Spring (Alicante), el futuro Arenal (Castellón), etc. Una amplia retahíla de citas nos esperan, retahíla que siempre está bien aderezada con lanzamientos de esos que, además de hacer amena la espera, alegran el día, la semana, el mes o la vida a cualquiera.
Es este sentido, mi reciente motivo de alegría es lo nuevo de Jorge Pérez, un valenciano conocido como Tórtel, que presenta ahora su tercer disco: La Gran Prueba (2014), un trabajo que nos llega de la mano de Gran Derby Records y que se compone de diez canciones, de diez cortes de variada sonoridad que, sin embargo, gozan un hilo conductor latente, de un carácter que, aun diferenciado a nivel de estructura y melodía, es propio.
Puede parecer paradójico, sí, y más teniendo en cuenta que los temas de La Gran Prueba son, tomando literalmente las palabras que definen el disco, “un pequeño viaje alucinado por lo marciano, la bossa nova, el ‘jipismo’, lo moderno, lo retro y lo andino”; pero, si nos detenemos a escuchar toda la obra en su conjunto, podremos ver que lo antes citado se cumple.
Todo encaja, todo cuadra. No hay track que desentone ni arreglo que no permita que, variedad aparte, pueda asumirse el cd en sí mismo como una osadía inteligentemente calibrada y hecha con amor, arte y técnica. De hecho, su producción, grabación y arreglos tuvieron lugar en los valencianos estudios de Río Bravo, orquestado todo ello por Cayo Bellvesser (Maderita, Alondra Bentley…) y –por si fuera poco- el artista puedo contar con las colaboraciones de Pau Roca y Jordi Sapena (La Habitación Roja), Rauelsson, Xema Fuertes (Maderita)…
Buenos amigos y buena música. Visto así, es normal que la atemporalidad y la fusión previamente nombrada fluyan de la manera en la que puede apreciarse en todo el tracklist, compuesto por canciones como Canto oscuro, canto claro –donde el comienzo sugerentemente ‘groovy’ rompe con una letra y un tono de aire retro, limpio y sesentero: “Canto oscuro, canto claro / no te alejes de mi lado / encontré, por fin, mi voz / en un lugar lejano”- o El baile extraño -de melodía y ritmo entre lo tribal y lo festivo, que no por ello simple ni arcaico, a tenor de la preciosa reflexión sobre “yo no me preocuparía / al final, siempre suele irnos bien”-.
Ahora bien, puestos a ahondar, otro ejemplo de referencia podría ser el homónimo La Gran Prueba, también salpicado de ese eclecticismo pero, esta vez, ambientado en un clima más guitarrero y tejido a partir de una letra y voz cercana al indie. No obstante, contrariamente a querer destripar un trabajo que vale su peso en oro –bueno, algo más, que el cd, aun con su bonito y tropical diseño, no pesa mucho- por su originalidad, es recomendable la exploración individual de este universo, de este mundo lleno de color y personalidad.
Adentraos en el mundo de Tórtel, un viaje de garantizado no retorno, en el mejor de los sentidos.