La moneda en el aire, vuelve La Habitación Roja
Por Sandro Maciá
Toda historia tiene su principio y todo éxito nace del esfuerzo, la constancia y demás cualidades que cuestan casi más de adquirir que de ejercer. Hasta ahí, bien, de acuerdo. Pero si a esto le unimos el mérito de hacer de dichas virtudes un estilo de vida, al menos artísticamente hablando, puede parecer que ser puntero en un estilo es sólo cuestión de trabajo e insistencia.
Pues no, nada menos cierto. Ser el mejor en algo es ir más allá, es no conformarse en hacer un único disco bueno, es no limitarse a vivir de las rentas que dé un solo hit –para esto, ya está King África-, es evitar la rendición a costa de no cesar en el empeño de lograr el “más difícil todavía”. En conclusión, es poder hacer lo que ha hecho la Habitación Roja, una vez más.
Esta banda valenciana, con la presentación, justo hace unos días, de su último trabajo de estudio -La moneda en el aire (Mushroom Pillow, 2014)-, vuelve a sorprender, dejando claro que nueve discos son un motivo más que suficiente para ser calificados como grandes del género poprock indie y dándonos una nueva razón de peso para reafirmarnos (aquellos que hemos disfrutado de aventuras y desventuras al ritmo de canciones como Mi habitación, La edad de Oro, Nunca ganaremos el mundial, Febrero o Ayer) en que su espíritu, lejos de agotarse, se regenera disco a disco.
Nacido de su insistente afán de innovación y queriendo que la evolución sonora de La moneda en el aire fluyera desde las bases rítmicas y los cambios en los arreglos, voces y teclados -lo que conlleva que su característico muro de guitarras haya quedado extinto o en un segundo plano-, los cinco miembros de la formación coinciden en que este disco debía responder al ímpetu por dar el salto a un terreno más bailable, sin evitar su combinación con el aspecto guitarrero, pero alejándose de los artificios que, en otros elepés, han incluido en sus tracks.
Quizá ahí, justo en esta intención, es donde se esconde el secreto de que, aun siendo Si tú te vas (single del disco) un tema que no rompe excesivamente con la línea creativa del grupo, sí deje una puerta abierta a estructuras menos vistas en su obra, como la de De cine –según parece, posible segunda apuesta del grupo para continuar con la promo del cd-, que rompe toda linealidad al entrar el estribillo sin percusión e ir agrandándose a medida que transcurre; o como ocurre con la canción que da nombre a este trabajo y que, de igual manera, parece recordar a lo que ya hicieron en Fue Eléctrico o en Universal, hasta que intervienen las bases electrónicas o las voces ecualizadas que preceden a los potentes versos principales –estos sí, envueltos en guitarras- que animan a una repentina acción-reacción en cada letra: “cada momento hay que apreciarlo / cada segundo es vital / se nos escapa entre las manos / lo más preciado, lo esencial”.
Sin querer destripar lo que, a mi entender, merece ser descubierto por uno mismo, poco más puede decirse un lanzamiento tan esperado, salvo que los chicos de L’Eliana, siguen jóvenes pese al paso de los años, no quedando al margen de las críticas a la impasividad de muchos otros, como demuestra La casa en silencio, tema –electrónicamente adictivo- que reivindica y llama a la acción a aquellos que no se levantan del sillón –“ser valientes desde casa, no nos servirá de nada”-.
¡Dulce vuelta!