La pérdida de la inocencia y la ruptura del corazón
Por Vanessa Díez.
Hacerte sentir culpable para seguir acumulando cadáveres. Nada más importa. ¿Cómo se te pudo ocurrir? Niña inocente de hogar desmembrado que busca desesperadamente una caricia; pero en el mundo nunca sabes si encontrarás a alguien dispuesto a abrir su corazón o tan sólo romper en mil pedazos el tuyo con su locura.
Eddie es un vividor. Neurótico, paranoico, egocéntrico, egoísta y cruel. Alguien a quien salvar. Transmite que necesita desesperadamente que se ocupen de él como un niño, querido Peter Pan. Repetir los patrones. Aquel primer amante que nunca se hubiera casado con Anna, por quien llegó a ser como es ahora. Una mujer fría que esconde sus sentimientos tras las convenciones sociales, las apariencias ayudan a ocultar el dolor, a soportar las heridas, pero el pasado no se puede dejar atrás. Eddie que desea Anna, pero no la puede tener, se acerca a Portia, como un gato que juega con un ratoncito cogiéndolo de la cola y golpeando su cabeza.
Huérfana de padre primero, de madre por último, está desubicada en el mundo, su hermano que la acoge durante un año, por la promesa que hizo a su padre, es un extraño para ella. Nada la reconforta ni le aporta calor, nos transmite su desasosiego, soledad y dolor en aquel mausoleo junto a almas extrañas. Ni el tiempo avanza y ella calla. En un primer momento la acción es difusa, se detiene y recrea mediante las descripciones de todo aquello que rodea a Portia, todo es nuevo para ella, posa su lupa sobre cualquier objeto. La autora se centra en la belleza de las cosas, en hacernos imaginar los paisajes del Londres que la niña se encuentra a su llegada.
Vuelca su alma sobre su diario, allí será ella misma, escribirá todo lo que calla. Su cuñada tras entrar en su cuarto descubre el diario y lo lee en repetidas ocasiones. Ni ella ni Thomas saben cómo lidiar con una adolescente, pues ella no pudo tener hijos tras intentarlo en varias ocasiones. Así se acostumbraron a vivir una vida banal sin volcar sus afectos en otro ser, distanciándose entre ellos mismos. Aquel invierno no ofreció a Portia el calor de un hogar y de una familia que la acogió con ternura, sino una habitación, comida y una educación. Le dieron lo necesario, el limbo de aquel año en sus vidas no tenía por qué ser un cambio significativo. Además tenía más libertad para disponer de su tiempo que muchas chicas de su edad, pues la vida con su madre no había cumplido unas estrictas normas, tan sólo le establecieron unos horarios. Ella lo hubiera dado todo por un amor sincero.
Todo cambia tras unas vacaciones. El matrimonio se va de viaje sin Portia y la envían unas semanas frente al mar a casa de la señora Heccomb. Allí se encuentra la acción con personajes alocados. Aquellos días transformarán a la tímida adolescente y empezará a decir aquello que siente. Unas semanas con gente de su edad abrirán a Portia un mundo distinto.
El tema de la orfandad estuvo muy presente en las novelas de Elizabeth Bowen, con trece años tras la muerte de su madre se fue a vivir con sus tías, ya no vivían con su padre porque sufría problemas mentales. La muerte del corazón (1938) fue considerada una de las 100 mejores novelas del siglo XX por la revista Time. Acaban de cumplirse los 115 años del nacimiento de la escritora anglo-irlandesa que ha sido comparada con Virginia Woolf, E.M. Forster y Henry James. Sucesora del grupo de Bloomsbury. Recibió múltiples reconocimientos por su trabajo, llegando a ser nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico en 1948.