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Ejemplo de superación ante la adversidad

Por Vanessa Díez

“Yo era piloto. Corría mucho, a gran velocidad. Tan rápido que apenas calaban en mí las gotas de las miserias de la vida. Y no porque no las tuviese cerca, sino porque sólo quería correr, avanzar, lograr ese objetivo, cumplir mi sueño“. Ser pionera en tu campo es duro, abrir camino siempre es una lucha. Será recordada por haber hecho realidad su sueño, su vida ha sido una aventura. Desde que nacemos a las mujeres se nos traza un sendero cierto, tradicional, seguro, el de toda la vida, depende de cada una de nosotras querer seguirlo, en mayor o menor medida, o salirnos por completo de ese camino para trazar uno propio, menos seguro, pero más hecho a cada paso que hemos dado.

Hija del expiloto de Fórmula 1 Emilio de Villota, María de Villota empezó en el mundo del motor en 1996, con 16 años, en el karting. Ella y su hermano Emilio rivalizaban por entrar en el mundo de su padre, aunque él no quisiera que sus hijos lo hicieran. Han sido varias vidas de mujeres las que me han demostrado que si un mundo masculino puede abrirse más fácilmente a una mujer es si lo vive desde pequeña de la mano de su padre, fueron pintoras o fotógrafas, el automovilismo no iba a ser distinto.

Fue la primera mujer en el Mundial de Turismos (WTCC), en la Superleague Fórmula, con un cuarto puesto en Nürburgring, y en conseguir la “pole position” en las finales mundiales del campeonato Ferrari Challenge. También participó en la Fórmula 3000, en las 24 horas de Daytona y en el Campeonato Alemán de Turismos ADAC Procar, donde quedó tercera.

Era responsable de la Escuela de Pilotos Emilio de Villota, representante y embajadora del día de la Mujer de la Comunidad de Madrid, embajadora contra la Violencia de Género, miembro de la Comisión de Pilotos de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), embajadora de la Women in Motorsport Commission de la FIA y miembro de la Junta Directiva de la Real Federación Española de Automovilismo. Fue galardonada con el Premio Honorífico de la Universidad Europea de Madrid y a título póstumo se le concedió la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo.

El grave accidente del 3 de julio de 2012 en el aeródromo de Duxford (Cambridgeshire, Reino Unido) lo cambió todo. Colisionó contra un tráiler aparcado a pie de pista y con la rampa a media altura mientras realizaba unas pruebas de aerodinámica para su equipo. El accidente fue bastante grave. Le quedaron graves secuelas además de perder su ojo derecho. No pudo volver a la alta competición. Tan sólo tres meses después aparecía ante los medios explicando su proceso de recuperación y además agradeciendo el apoyo y el cariño recibido.

Aquello cambió sus prioridades por completo. “Ahora que sólo tengo un ojo, quizá percibo más cosas que antes. Antes, mi vida era una contrarreloj total, era una lucha contra el crono, y ahora es cuando veo que hay que parar y medir las cosas de otra forma. Ya no son las décimas del crono, sino los pequeños momentos”. Empezó a vivir el ahora, día a día. Casi un año después del accidente falleció por las secuelas que le habían quedado. Carpe diem, tempus fugit.

 

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