Joan Colomo, subiendo como “la espuma”
Por Sandro Maciá
Nunca soporté a los que se creen que van dos pasos por delante del resto del mundo. ¡Puaj! A la hoguera me llevaría a aquellos que se piensan merecedores de todo mérito por haber conocido, antes que nadie, a determinados artistas o grupos antes de su salto a la fama. Sin contemplación.
Para mí, creyente de lo soberanamente estúpido que resulta rrada esto de la competición por hacer propio lo que, como todo en la vida, acabará por ser de todos cuando entre en el circuito mainstream, habría sido fácil optar por esa vía, por la de levantar la nariz y con gesto repelente decir que ya conocía a un artista que me ha cautivado recientemente –a mí y a los miles de telespectadores que hayan visto un anuncio de cerveza que toma por hilo conductor una canción suya-. Ahora, siendo justos, he de reconocer que lo mío con este chico, de nombre Joan Colomo, es, como para muchos, un redescubrimiento repentino.
Y me reafirmo en lo de redescubrir porque, pese a su éxito actual, este joven catalán ya era conocido por sus hazañas en grupo (fue miembro de The Unfinished Sympathy) o en solitario, con trabajos como Producto Interior Bruto (2012) o Contra todo pronóstico (2009), discos que le permitieron empezar a labrarse un hueco –individual- en el panorama musical indie, a nivel local en un principio y a nivel general desde hace un tiempo.
De hecho, el autor de canciones como Màgic o El Camí, logra ahora, en una etapa de su carrera en la que se haya inmerso en la presentación de su Filias y Fobias (2014) ser el amante perfecto de chicos y chicas y la voz de la inocencia de jóvenes y mayores, todo ello gracias a su eclecticismo sonoro -que utiliza para dar forma a sus composiciones a partir de slide guitars, sintetizadores, gritos, murmullos, distorsiones, bases electrónicas, coros altamente reverberados y unos característicos teclados- y su registro temático, basado en el amor por las relaciones humanas como alternativa a la mediocridad de la sociedad y al necesario nihilismo político por el que aboga en sus versos.
¿Es, el señor Colomo, el genio contemporáneo de la canción protesta? Unos defienden que sí, otros no se atreven a tanto… Lo que nadie debería dudar es la necesidad de ver al joven compositor sobre las tablas, misión más que posible si tenemos en cuenta que pasará por las ciudades de Madrid, Alicante, Zaragoza, Mataró, Girona, Mataró, Barcelona,etc.
Yo, por el momento, me quito –de nuevo- el sombrero ante la facilidad de Joan Colomo para hacer de su voz y guitarra una base que, casi a modo de guión, va dando la palabra a grandes compañeros de profesión como Santi Balmes, Judit Farrés, Albert Adrià, Antonio Díaz ”Mago Pop”, Clara Segura, El Brujo, Joan Rovira, Alex O’Dogherty, etc…