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Primer disco de Sideband

Por Sandro Maciá.

Ni los goles de Ronaldo ni el supuesto golpe que, según dicen la mayoría de periódicos, ha sufrido el bipartidismo en nuestro país tras los resultados de las Elecciones Europeas. Nada, ni lo uno ni lo otro -pese a haber sido ambos los temas de actualidad en los últimos días-, han suscitado en mí un mayor interés que el de motivarme a hacer zapping al encender el televisor y ver cómo se repetían los mismos comentarios e imágenes.

Y es que, para mí, que como a muchos ya me empieza a dar pereza el convertirme en un repentino entendido en según qué cosas sólo por que están de moda, lo que recientemente me ha alegrado el fin de semana ha sido recibir el primer trabajo de los madrileños Sideband.

Denominado homónimamente como la propia banda, este debut supone el estreno discográfico de Cari (Voz y bases), Ale (Voces y guitarra) y Martin (Percusión), tres jóvenes que dieron voz y sonido a este proyecto en 2009 y que, desde entonces, han hecho de la capital de España un cuartel general desde el que han ido ampliando su presencia a nivel nacional, rincón a rincón y acorde a acorde por todo lo largo y ancho del país, propagando un sonido personal, minimalista –que no por ello poco rockero- y muy similar al de aquellas formaciones de los 90 que nos hicieron vivir una adolescencia irrepetible, como The Pixies o Sonic Youth.

Quizá por eso, al entrar en contacto con Sideband (Two Mad Records, 2014) nos situamos frente a un trabajo que, tanto en lo envolvente como en lo envuelto sorprende gratamente. En cuanto a lo primero, su packaging nos recuerda a aquellos cd de portadas con colores de escasa saturación e imágenes de aire retro, relajado, suave y evocador; todo un lujo para la vista que, aun sin un complicado envase, precede a la segunda de las sorpresas: un tracklist que, nuevamente tirando de analogía noventera, “no pierden comba” y permiten su escucha una vez tras otra, embarcando al oyente en un viaje desde lo bailable hacia lo crudo que comienza en Joe y termina en Again -¿acaso hay forma más evidente de animar a las escuchas infinitas?-, pasando por The Best, Committed y Basic Love.

Desde sus primeros sonidos, el estilo de Sideband se sitúa a caballo entre el indie y el noise, aunque no sin recordar, a veces, al ritmo “garajero” que hace dos décadas se impuso en el panorama musical. Y no extraña, la verdad, pues a la producción nos encontramos con el responsable de resultados tan cuidados como los discos de Paul Zinnard o The Pauls, Carlos Oliver, quien ha dado forma a este debut, que fue grabado en directo y mezclado por Pablo Pulido en Estudio Uno.

Con todo esto, huelga decir que estamos ante un debut fresco en el que, incluso, podemos encontrar algún que otro momento de reencuentro con el intimismo y la cercanía.

 

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