La “complicada” vuelta de Dover
Por Sandro Maciá
Hay grupos que ni necesitan presentación, ni la merecen. Y no por malos, ¡al contrario! Más bien porque todo cuánto pueda añadirse a lo que se suele hacer a la hora de refreír la vida, obra y trayectoria de una banda para allanar el camino hacia la buena o mala noticia del anuncio de un nuevo proyecto resulta, en la mayoría de casos, tan innecesario como –creo yo- ya sabido.
Quizá por eso, o quizá abusando de confianza en esto de dar paso a una banda ya más que conocida y que, como para tantos de mi generación, ha sido parte de recuerdos, primeros conciertos y alguna que otra noche surrealista, sobra toda retórica para poder anunciar –a pulmón hinchado, aunque aquí no se perciba- que vuelve Dover.
La camaleónica banda, que pese a la etapa en la que se hallase nunca perdió originalidad ni capitanía –siempre, al frente, las imparables hermanas Llanos-, regresa estos días con un nuevo disco, un trabajo que retoma el estilo tradicional del grupo y que les vuelve a reconciliar con aquellos que no terminaron de perdonar su expansión creativa hacia –para mí, no del todo desacertados- horizontes “electropoperos” y étnicos.
Titulado Complications, lo más reciente del cuarteto madrileño nos ofrece una buena dosis de rock y pop-rock que puede, en un primer momento, trasladarnos al otoño de 2002, a aquellos días en los que las radios nos alegraban las tardes emitiendo su –por aquel entonces recién estrenado como parte de It’s good to be me!, el primer Lp de la banda con canciones en directo y en acústico- Mystic Love, una canción sencilla pero directa, que pronto se grabó en nuestras mentes. Sin embargo, tras varias escuchas de cada una de las diez pistas que lo componen, el “feeling” general que transmite se aproxima, por forma y estilo, al que, hasta la fecha, podría catalogarse como su disco más maduro –y a la vez más franco-: The Flame (2003).
Canciones rápidas, de estructura característica, con mensajes claros y ritmos pegadizos, así podría definirse un disco que, pese a nacer tras la estela que dejaron los rockeros temas de Devil Came to Me (segundo disco del grupo, de 1997, que han estado retomando en directo durante los últimos años), denota una evolución hacia aires menos salvajes, pero igual de intensos.
Buenos ejemplos de ello serían Complications -tema que da nombre al disco y que se sitúa a medio camino entre las rabiosas Too Late o Crash y un sigiloso Like a man, que acaba explotando al final-, Sisters of Mercy -espectacular inicio susurrante, al estilo del archiconocido King George, con respaldo de una guitarra que arropa la voz hasta dar el salto a un ritmo más rápido-, Tragedy y Mystified –de melodía alegre y estribillos pegadizos- o Four to the floor, que sirve de muestra para hacer referencia a lo presentes que están los pre-coros en este trabajo.
Buen –y esperado- regreso. Dover siempre será Dover.