Encontrar la primavera otra vez
Por Vanessa Díez
Volver a empezar. De nuevo. Da miedo. Un nudo en la garganta no te deja avanzar. Pero sabes que aquel no era tu sitio, ya no. A pesar de varios años de matrimonio. Aquello eran paredes, muebles y rincones fríos, no era un hogar ni un amor certero. Él te repetía que «no sabía qué más podías querer«. Que te viera a ti. Aunque ya te habías convertido en un trofeo que estaba siempre y atendía las necesidades que se solicitaban. Madre y esposa. Perfecta y correcta.
Tu madre se identifica con su ex-yerno, su apoyo no existe, reproches y dudas ante tu incierto futuro. Cambias de barrio y de vida. Un edificio de gente trabajadora te acoge en esta nueva etapa. Menos mal que nunca quisiste dejar tu trabajo, te hacía sentir bien, ahora te permite dar este paso y pagar tus gastos. Alquiler, comida, recibos y necesidades de los niños, si queda algo para ti. Él cubrirá con su pensión algunos gastos de los niños pero de ti ya no quiere saber nada, vuestra relación es nula, incluso en los momentos que viene a recoger a los niños, no quiere facilitarte el camino a la libertad, ya que significa una vida sin él, le has abandonado y eso duele, tan sólo viene a por los niños y te lo hace notar esperándolos en el coche. Ahora un piso lleno de cajas te sobrepasa y lloras.
Alicia llega al edificio de vecinos, todos se conocen y sienten curiosidad, madre recién separada casi en los cuarenta y todavía atractiva. Todos quieren saber. Ángeles porque todo lo averigua de la convivencia de sus vecinos y Fernando porque la ve como posible presa. Cada uno la recibirá para que sea una más de la comunidad que todo lo comparte desde hace tantos años, son como una pequeña familia, con sus historias del pasado encerradas en baúles escondidos en el desván, retales de otras épocas, que hirieron a los que están y a los que no. Ella será una más en un tiempo.
Silvia Laforet nos trae con Dónde puedo alquilar una primavera una historia de posibilidades, para darnos cuenta que muchas veces expresiones cómo “cuando una puerta se cierra, otra se abre” se cumplen, que es posible volver a levantarse y renacer después de un tiempo de duelo para sanar las heridas del pasado. Que no debemos estar eternamente llorando el dolor, sino viviendo el presente y cogiendo aquello que la vida nos da para disfrutarlo. Aprovechar el momento. Dejar los estereotipos y los convencionalismos a un lado y tan sólo vivir.