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Los sueños pueden llevar a la locura

Por Rubén J. Olivares

Todos hemos soñado alguna vez con abandonar nuestra vida, escapar de la rutina y las obligaciones diarias para dar rienda suelta a nuestro ideal de vida. Pero admitámoslo, excepto aquellos que por un golpe de la fortuna son asquerosamente ricos -y la envida de un servidor-, el resto tenemos que lidiar con nuestra monotonía.

Para Rachel Waring este sueño se ha cumplido y, gracias a la herencia inesperada de una excéntrica tía lejana, ha decidido que ha llegado la hora de ser feliz y dejar atrás una vida monótona y gris que no la satisface. Rachel iniciará una huída de un trabajo  anodino, de una amiga y compañera de piso en una ciudad masificada como Londres, hacia una mansión georgiana en un entorno rural en Bristol, que ha hereado junto a una importante suma de libras de su difunta tía.

Rachel es ahora una mujer de mediana edad que canta, ríe, escribe y ha dejado de pensar que tras las sonrisas que la gente le dirige se esconden las mofas y burlas que dirigen hacia ella, pues estos pensamientos han quedado atrás. En su nueva vida todo parece ideal, el pueblo, la casa, la naturaleza, las personas que conoce, etc.; pero como Stephen Benatar nos muestra con maestría, esta felicidad no puede ser duradera. Resulta demasiado artificial y, poco a poco, vamos asisitiendo a lo largo del desarrollo de la historia de Rachel a una paulatina transformación de la misma que nos va desgranando que detrás de esta felicidad sólo pueden esconderse ciertos rasgos de locura que empujarán a la misma a un desenlace incierto.

Stephen Benatar logra construir una historia verosímil en sus inicios, -la fortuna de heredar una propiedad y una generosa suma de dinero- presentándonos la historia de una mujer madura que se siente eufórica y exhultante por la posibilidad de cambiar de vida y que inicia un viaje interno hacia su felicidad que acaba desembocando en lo que los demás consideran locura. Como espectadores de su vida, asistimos al devenir de sus aventuras, compartiendo inicialmente la alegría de Rachel para ir distanciándonos poco a poco de la misma y cuestionándonos que estamos leyendo cuando vamos descubriendo las peculiares extravagancias de Rachel, quien defiende a capa y espada su nuevo estilo de vida, la cual incluye la existencia de un amante imaginario muerto hace 200 años, las fantasías con un joven jardinero o las extrañas proposiciones y renuncias de compartir su mansión con una pareja. Rachel, una mujer poco atractiva y charlatana se deja arrastar por sus ensoñaciones hasta un punto peligroso de no retorno, de desconexión con la realidad. Rachel Waring brilla tan intensamente en esta novela, no sólo por su particular visión del mundo sino por su arrojo, valentía y su afilado sentido del humor, que acabará agotándose.

Benatar se revela como un maestro de la narrativa, un artista del juego de las perspectivas y la narración, a través de las cuales nos va desvelando mediante sutiles pistas que quizás la extravagancia de Rachel sea algo más, para confirmarnos conforme avanzamos en su lectura, que ésta se ha transformado en ensoñaciones quijotescas que la encaminan a la locura. Lo mejor de esta historia es el optimisno que se respira en cada página, el objetivo de ser feliz a cualquier hora, sin tener en cuenta los juicios externos. Rachel Waring nos enseña que, pese a que el precio de ser diferente y feliz puede ser alto, merece la pena vivir nuestra vida soñada.

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