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Unas cartas que confiesan el dolor sufrido

Por Vanessa Díez

Los primeros años de tu vida te marcan, siembran la herida que te dolerá un día tras otro, aún cuando tengas canas, arrugas y tus órganos vayan dejando de responderte. Sangras sin remedio, reaccionando a cada afrenta similar. Sin darte cuenta harás a otro lo que te hicieron, porque te sigue doliendo como aquella vez primera. Ya no será el opresor que te causó el daño, pero no tendrás forma de parar ese grito de guerra para defenderte cual escorpión, ya que aquella vez fuiste incapaz de reaccionar porque eras demasiado pequeña para rechistar.

La pintora colombiana Emma Reyes cuenta a un amigo a través de una veintena de cartas su traumática infancia, se desahoga sin buscar culpables, tan sólo recuerda aquellas vivencias que no había sacado a la luz hasta que se sintió segura y bien lejos del lugar de donde le causaron el daño. Con los ojos de la inocencia va relatando la triste vida que su madre le dio a ella y a sus hermanos, mujer soltera que fue teniendo vástagos de cada amante y culpándolos de la carga que le suponían para conseguir nuevos amantes y lujos, por ello después vinieron los años que compartió con su hermana mayor en un convento, al ser abandonadas, hasta que decidió a los dieciocho tomar el rumbo de su vida y ser libre para vivir su propio camino.

Estas cartas cercanas, entre dos confidentes, son escritas ya con distancia, pues Emma tenía unos cincuenta años. Nadie podía hacerle daño, así al fin su amigo Germán Arciniegas consigue que ella le vaya escribiendo aquel oscuro pasado que tenía enterrado en lo más profundo de sus recuerdos. Desde su tierna infancia, con tan sólo cinco años, deja su mirada sobre la zona de chabolas en la que vivía en una habitación sin ventanas ni luz ni retrete, teniendo que jugar con otros niños en un estercolero. La relación con su madre no se hace presente, la señora María es la única forma en que a ella se refiere, pues no existe un trato de cariño hacia aquellos hijos echados al mundo que en cuanto le estorban se deshace de ellos sin mirar atrás. Así las dos hermanas, los dos hijos varones desaparecieron previamente, terminan en un convento de monjas, donde acuerdan un pacto de silencio negando ningún recuerdo sobre sus padres. Sobreviven durante varios años entre las otras niñas huérfanas o fruto de alguna relación fuera del matrimonio, son las renegadas, fruto del pecado, por ello deben soportar el mal trato de algunas monjas que las tratan como si fueran menos que nada, al menos comen lo suficiente para mantenerse, tampoco en exceso, a cambio de su trabajo, pues las monjas desde bien pequeñas las ponen a realizar cualquier oficio de provecho, así las alojan, visten y dan de comer, que no las calzan, por el tipo de orden a la que las monjas pertenecen.

Emma Reyes va desarrollando su historia con la confianza que da escribir a alguien que va a guardar tus secretos, pues estas cartas no eran en un principio aquello que han llegado a ser: un libro éxito de ventas en Colombia. Ella misma se siente a veces insegura ante su escritura, pues aprendió a leer y escribir ya pasados los años, las monjas dieron prioridad a convertirla en una buena bordadora. Su amigo Germán decía “ella no pinta con aceite sino con lágrimas”, a través de este material descubriréis el origen de su inspiración, su propio dolor.

Su dinero fue donado a un orfanato en Colombia, a petición suya, incluido el que se consiguió de Memorias por correspondencia que fue publicado póstumamente. La infancia te marca. Emma quiso ayudar a niños que como ella fueron abandonados para que pudieran salir adelante. Ella misma fue una luchadora, llegando a trabajar con Diego Rivera y fue asistente en la galería de Lola Álvarez-Bravo, ayudando a organizar la última exposición en vida de Frida Kahlo y expuso en la misma galería. Acabó su vida en París, donde fue receptora de muchos artistas colombianos recién llegados, fue ella quien ayudó a Botero a abrir su tienda en la ciudad gala. Gran parte de su obra pertenece a la Fundación Arte Vivo Otero Herrera en Málaga.

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