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El gesto de entreabrir una puerta donde no hay puerta.

Por Deborah Antón

Resulta sorprendente encontrar, hoy en día, un libro de poesía que trate un motivo clásico como es el de la belleza de la mujer.

Como todos sabemos, existen muy pocos temas en la historia de la literatura: son temas grandes, universales y trascendentales, y el resto de temas, por intrincados que puedan parecer, descienden de ellos. Por ejemplo, aquí: [el amor. la muerte [la pulsión sexual. el deseo. la belleza de la mujer [el misterio de la mujer que nos mira, de espaldas]]]

Y parece fácil, y parece ya dicho, pero hay todo un palpitar, toda una piel por descubrir, en los poemas. El resultado tiene un regusto inequívoco a sofá de terciopelo, a collar de perlas, a una copa de ron a mediodía.

Nu)n(ca es un poemario vital, vitalista, revitalizado. Ejecuta la disección de la misteriosa mujer que posa de espaldas junto con todos sus atributos insondables. El tiempo se detiene; sólo importa la celebración de cada trozo de “el nunca de la nuca”.

El cuerpo de mujer: la negación de su mismidad y de su entrega. Su mensaje inaudible. La mujer y su espalda, su otra cara, su reverso, surcado por personajes que navegan el deseo: Matisse y la imposibilidad del cara a cara; el capitán Ahab y la persecución de lo inalcanzable; el mar de niebla de Caspar David Fiedrich.

Entre las citas del principio del libro hay una que encuentro muy esclarecedora, de Walter Benjamin, que dice: “Sólo gracias a la fotografía tenemos noticia del inconsciente óptico”. Lo refleja el autor:

“Como si el dedo en el obturador

también quemara las naves,

incendiara los sueños;

como si un solo golpe de dedo

pudiera helar el futuro,

volverlo golpe de piedra”.