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Poesia del desastre

Por Eduardo Boix

El siglo XX fue más convulso de lo que se pensó cuando echó a andar. Si hiciésemos paralelismos, el miedo nos congelaría. Estamos viviendo situaciones muy parecidas a las que precedieron las dos guerras mundiales. En estos periodos surgieron grandes escritores. Tenían mucho que contar. El dolor, la desesperación, la crudeza de la guerra se mezclan en muchos de los autores de aquel siglo lejano y cercano a la vez. Grandes poetas dieron voz a todo lo acontecido, desde Graves, hasta Tolkien. Aquellos años hicieron intensos poetas, grandes narradores.

Wilfred Owen  es una de las grandes voces de la Primera Guerra Mundial; leer unos poemas en los que aparecen la pulsión de la batalla, el miedo, la angustia o el alivio como cantos de vida y,  sobre todo, compasión; una compasión imbricada en la comprensión hacia aquellos hombres con los que compartió trinchera, con los que llegó a la consciencia de los aspectos más crueles de la lucha; una experiencia vital que hizo que para nuestro autor el alma de su poesía fuera la guerra y el dolor que causaba: una poesía del dolor. Con un lenguaje intenso, cuidado, donde la atmósfera, el paisaje, lo vivido y lo presentido forman parte del yo literario, Owen convierte al lector en testigo de su evolución como hombre y como escritor, y le lleva a perderse en la profundidad del sufrimiento, de la humanidad y le hace consciente de la hipocresía oficial imperante en los momentos de la Gran Guerra. Owen llevó su palabra hasta el final, hasta llegar a ese punto en el que aquello que le convirtió en un gran poeta fue lo que acabó con su vida.

La poesía de Owen es sufrida, intensa, desentrañada. Surgen de dentro las palabras, su cuerpo y su cerebro sufrieron los desastre de una guerra cruenta y experimental. Su poesía es sicológica ante todo, que surge de la entraña y se plasma en la desesperanza de un mundo destrozado por el hombre, donde no hay esperanza y donde la luz tan solo es la de los estallidos de las bombas. La poesia de Wilfred Owen no da paso a la esperanza, es como una bayoneta que cala hasta los huesos, para hacernos sangrar.

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