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Un ensayo sobre la perversión y la corrupción

Por José Luis Sola

Las dos oraciones más analizadas en Filosofía Política son “el hombre es un lobo para el hombre” (Hobbes) y “el hombre es bueno por naturaleza pero la sociedad lo corrompe” (Rousseau), y es en estas dos máximas donde se podría englobar la perversión y la corrupción.

A diferencia del Régimen Comunista de la Unión Soviética somos conscientes que no tenemos una sociedad perfecta, sabemos que la Democracia no es el sistema político perfecto, es ciertamente mejorable y adaptable a los ideales de la sociedad. La “Democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, pero es bien cierto que “el pueblo” debe de participar más activamente en la redacción de las leyes (a través de los mecanismos que existen o que pudieran implementarse).

El aprendizaje de valores debe ser compartido entre la familia y la escuela, aunque cabe destacar que la familia debe concentrarse a la educación y la escuela a la instrucción. Dentro de los valores (libertad, justicia, igualdad, paz…) está el valor de la ética y de la moral, la búsqueda de lagunas legales, la utilización del fraude de ley para conseguir algún objetivo debería ser mal visto, porque es un aprovechamiento bordeando la ley y no se siguen los cauces y las normas que hemos establecido entre todos. Sin embargo, el resto de ciudadanos en vez de castigar o afear ese tipo de conductas (que en algunos casos podrían ser tipificadas como delictivas), se interesan en saber cómo conseguir los mismos resultados, qué pasos seguir para conseguir con ansia más de lo se ha obtenido por el vecino o familiar.

La corrupción no es propio de una región de España sino que se extiende por todo el globo terráqueo. La corrupción no sólo se da en la política, también se da en el sector económico y bancario. La erradicación de la corrupción se debe de hacer de dos formas, mediante una labor pedagógica, con educación en valores y de otro lado, a nivel político con la aprobación de medidas legislativas que tiendan a la mayor transparencia y mayor participación política de la ciudadanía.

¿Cuál es el modelo ideal de transparencia?, ¿qué datos se pueden publicar?, ¿se acabará con la corrupción?, ¿qué penas poner?, ¿es posible cambiar la ética de algunas personas? estas y otras son las preguntas más son debatidas por los expertos en la materia. En mi opinión, deben ser totalmente públicos todos los datos (obviamente, respetando la intimidad de las personas y el secreto profesional) de todas las Administraciones Públicas, Fundaciones, organismos, empresas y agencias públicas y de todas aquellas entidades públicas o privadas que reciban fondos públicos, por ejemplo, sindicatos, organizaciones empresariales o partidos políticos. Como ciudadano no me interesa cuánto recibe un sindicato por cuotas de sus asociados, me importa más lo que recibe de las Administraciones Públicas y a qué lo destinan.

Estas y otras preguntas pueden ser analizadas en el libro Psicopatología del poder. Un ensayo sobre la perversión y la corrupción de Jorge L. Tizón, psiquiatra, psicoanalista, psicólogo y neurólogo. Además ha sido director de las Unidades de Salud Mental para niños, adultos y trastornos mentales graves de La Verneda, La Pau y la Mina, en Barcelona. Fundador del Equipo de Prevención en Salud Mental y Atención Precoz a los Pacientes en riesgo de Psicosis (EAPPP) del Institut Català de Salut. Ejerce la docencia en el Instituto Universitario de Salud Mental de la Universidad Ramón Llull.