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Alondra Bentley, creciente en Resolutions

 Por Sandro Maciá

Con ella no hay invierno que valga ni estación triste. Con ella, todo dulzura y encanto, nada se nos antoja oscuro. Con ella, la sonrisa es una parte más de nuestra cara que, dejando atrás su carácter fugaz, se instala en nuestros labios durante horas. Y es que, con ella, llega la luz que no todas las voces consiguen arrojar sobre el otoñal, y a veces gris, mundo.

Nacida en Lancaster pero bien arraigada a nuestro territorio, ella no es otra que Alondra Bentley, una voz en todo su esplendor, una privilegiada poseedora de una cadencia tan particular como armoniosa, una joven que empapa sus canciones de una seguridad paradójicamente sutil y despreocupada… Una artista que crece, como lo hacen sus versos en cada estrofa, disco a disco.

Así, tras su debut Ashfield Avenue (Absolute Begginers, 2009) –que le valió, meritoriamente, para ser considerada, ya desde este inicio, una revelación en el panorama musical nacional e internacional, y fue el pasaporte que le abrió las puertas para girar por todo el mundo  (EE.UU., México, China, Francia…)-, y después del doble estreno que supuso la aparición de su Alondra Bentley Sings for Children, It’s Holidays (Gran Derby, 2012) y The Garden Room (Gran Derby, 2012),  Alondra vuelve ahora con Resolutions (Gran Derby,2015), su recién estrenado álbum, su carta de presentación hacia una nueva vertiente en su carrera, su declaración de intenciones hacia la toma de un nuevo rumbo, igual de propio pero igual de distinto.

¿Imposible? No. Muy posible. Pues, aunque Resolutions mantenga el eclecticismo y el halo orgánico y puro de sus anteriores trabajos, sus canciones  se nutren de nuevos elementos, de novedosos aderezos que enriquecen cada composición y le otorgan, aun desde el inocente estilo de la artista, una nueva perspectiva. Es el caso de la onírica Pegasus –tema que abre el disco con el marcado ritmo de un loop vocal que sirve de base-, de la preciosa What will you dream –admirable, con un inicio que recuerda a Suzanne Vega para, poco a poco, ir desplegando el carácter Bentley y alegrarnos el oído con un bonito ritmo cálido y electrónico-, de la suave (pero no lenta) Remedy –con unas guitarras que cobran protagonismo a través de unos majestuosos arreglos-, las clásicamente modernas Effort and Joy,  Suzzie o Water –ejemplos que recuerdan al esplendor que vivieron las “amazing girls” del cine de los sesenta-, las cambiantes When I get back home, Mid September o Our Word –que combinan la delicadeza de la voz de Alondra con ritmos ágiles- y la paulatinamente amplia The News –donde los versos van nadando sobre un mar de eco, coros y sintéticas olas-.

Además, saltándose toda etiqueta folk, indie o rock, Resolutions puede ser tan exagerado o tan sencillo como quiera entenderse,  grandeza que, en parte, se ha conseguido gracias a la producción de Matthew E. White, artífice de que el disco se grabara en el estudio Spacebomb (Richmond, Virginia) con sus músicos habituales (Pinson Chanselle, Daniel Clarke, Trey Pollard y Cameron Ralston), y a la mezcla de Carasueño (Tulsa, Nine Stories…).

Dulces tiempos, dulce Alondra.

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