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Segundo disco de Cálido Home

Por Sandro Maciá

La belleza de las cosas puede apreciarse en cualquier momento. En cualquier lugar, incluso. Basta con tener la suficiente calma como para poder dejarse llevar por aquello que, aun percibiéndose habitualmente con normalidad, puede asumirse como nuevo o especial en el instante menos esperado; con permitirnos –a nosotros mismos- el goce de detenernos en los detalles que, pese a pasar siempre cotidianamente desapercibidos, pueden suscitar nuevas sensaciones; en definitiva, con darnos el placer mandar lo más lejos posible a las prisas que tanto incordian y vivir sin mayor presión que la de dedicar todo el tiempo del mundo a saborear, exprimir y disfrutar hasta el hartazgo de la sencilla hermosura de todo cuanto nos rodea.

Por eso, aunque ya tenga más que asumido que ni la filosofía ni la cultura contemporánea me dará la razón en esta oda a la reflexión de la belleza –atroz y velozmente- desperdiciada y desapercibida, para mí, sigue siendo un lujo el poder cruzarme en el camino, de vez en cuando, con cualquier muestra de que aún no está todo perdido y de que todavía quedan locos soñadores que viven con el alma por delante, compartiendo su bonito saber hacer y regalando belleza a través de su arte… Y no belleza cualquiera, sino belleza propia, como la que reside paradójicamente en dos lugares: en las pequeñas cosas y en los grandes proyectos, como ocurre –en este segundo caso- con lo nuevo de Cálido Home.

Este dúo catalán de indie folk formado por Anna Andreu y Eduard Pagès, vuelve a la escena musical alternativa con el que es su segundo trabajo de estudio, un Lp titulado Tones and shapes que supone, además de una mudanza profesional -está editado bajo el techo de los prestigiosos BCore-, un motivo para seguirles –y no perderles nunca- la pista y continuar, como ya hicimos con Vulpes Vulpes (2013), disfrutando de su música.

Sin embargo, ahora, fruto de esta expresión musical y personal basada en perder todo temor a desnudar el alma y poner el cuerpo y la mente al servicio de la inspiración y de la ofrenda de un arte delicado y sutil, lo haremos de un modo diferente. Llevaremos a cabo el prometido deleite que siempre se presupone en la obra de estos dos jóvenes de corazón español pero de inspiración norteamericana, de manera mucho más cercana y pura, desentrañando ritmos y degustando silencios, respirando sensaciones y sintiendo cómo, cuerda a cuerda y verso a verso, uno puede llegar a traspasar la frontera del espacio y situarse, sin más vehículo que una canción de Cálido Home, en los amplios paisajes de la América que vio nacer el folk.

Sirva como ejemplo, puestos a ilustrar este paseo por las oníricas estampas que nos dibujan Anna y Eduard con sus canciones, la sencillez con la que empieza In a Vision or in None –primer corte del disco-, la vitalidad comedida que desprende la voz en el track homónimo que da título a Tones and shapes, la armonía que emana de The Flood y Dear Kido –ambas de elegante suavidad y auténtica cercanía, dando fe de lo que puede llegar a transmitir una melodía que es alma en sí misma-, o la actitud que comportan Drop in a peeble o Sweet Brittle –cada una a su manera-; citando, claro está, sólo algunas de las diez composiciones que integran este trabajo.

Grabado por Joan Pons (El Petit de Cal Eril) en su estudio de Guissona, Cálido Home no podía haber vuelto con mejor pie a las andadas, pues gracias a ellos, la poesía, el humor y el drama se convertirán en el aderezo otoñal que nunca querremos olvidar, en el folk de cabecera con el que ya nos conquistaron en su día grandes como Karen Dalton, Vashti Bunyan o Linda Perhacs.

Que no paren las cuerdas, nunca.

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